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El ayuntamiento negocia con los propietarios de bares de Malasaña el volumen de ruido

Amelia Castilla

Los bares y pubs del barrio de Malasaña no se precintarán por el, momento y se estudiarán las propuestas de los propietarios de locales, según aseguró Benito Martín Lozano, concejal de la Junta de Distrito de Centro, en el curso de una reunión celebrada ayer con una representación de la Asociación de Comerciantes de Hostelería del barrio de Malasaña, que agrupa a unos 70 locales. La junta envió a circular a todos los bares en la que se obliga a los propietarios a realizar modificaciones en relación con el sonido y la acústica antes del día 19 de agosto, advirtiendo que se precintarían los bares que no los lleven a cabo.

Los comerciantes de hostelería del barrio acusan al ayuntamiento de exigir medidas desorbitadas en lo bares de la zona, en contraposición con lo que se exige a locales de la misma categoría en otras zonas de Madrid Entre las medidas correctoras que se exigen en estos locales, según la ordenanza de ruidos vigente en el ayuntamiento, se incluye que el nivel sonoro en el interior no debe sobrepasar los 70 decibelios. "Es absurdo", según la asociación, "que se limite el sonido en, el interior, puesto que la gente viene aquí, entre otras cosas, a escuchar música. Cualquier concierto del teatro Real supera con mucho dichos decibelios".El Departamento de Industria y Medio Ambiente del ayuntamiento realizó una inspección en todos los bares de la zona denominada Estudio acústico de Malasaña, por el que se efectuaron mediciones de sonido en los locales, concluyendo que todos dan un volumen superior a los 30 decibelios en el exterior de los mismos. Los propietarios de locales afirman que la ordenanza de ruidos vigente se basa en una ley de 1959 que está "absoleta y caduca". La asociación considera que la transmisión de sonidos al exterior es sensiblemente inferior al ruido ambiental de la calle. La ordenanza exige, asimismo, para evitar la transmisión de sonidos al exterior, la instalación de vestíbulos acústicos, medida ésta que los comerciantes no pueden llevar a cabo, en unos casos, por falta de espacio, y en otros, porque en los locales, en los que no se exige un sistema de ventilación artificial necesitan para su aireación natural la salida directa a la calle. "No queremos convertir los pubs en guetos cerrados con apariencia de puticlubs. Nuestros locales son un lugar de encuentro para los jóvenes de Madrid".

Desertizar el barrio

La Asociación de Comerciantes de Hostelería acusa a una asociación no legalizada, denominada Colectivo San Vicente Ferrer, de servir a los intereses especulativos de algunas inmobiliarias que pretenden clausurar todos los locales y desertizar el barrio, que está habitado en su mayoría por personas mayores de 65 años. "En Malasaña", asegura la asociación, "existen numerosas viviendas que se encuentran vacías y que sus propietarios se niegan a alquilar en espera de que el barrio se vaya quedando sin gente para luego especular con las viviendas, situadas en su mayoria a escasa distancia de la Gran Vía. Sin embargo, la instalación de los bares entorpece los planes de los especuladores del suelo porque supone el rejuvenecimiento del barrio".Una revisión del Departamento de Industria también dio lugar a la exigencia de reformas que debían llevarse a cabo en el plazo de un mes. Los comerciantes aseguran que la concesión de la pertinente licencia de obras para llevarlas a cabo se puede demorar meses y piden que el plazo que se les concede para realizarlas empiece a contar a partir de un mes de la concesión de dicha licencia por parte de la Gerencia de Urbanismo.

La hostelería en el barrio de Malasaña es una de las pocas actividades que ha generado trabajo en los últimos cuatro años y supone 450 puestos de trabajo y más de 1.000 puestos indirectos, según afirmaron los propios afectados.

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