Sara Montiel, la 'otra' del cine español

Desde el punto de vista del más estricto clasicismo cinematográfico, los papeles femeninos se dividen en dos categorías: el de la una y el de la otra. El papel de la una admite un cierto número de variaciones en la medida en que la protagonista puede ser posiblemente madre, preferentemente esposa, e incluso hija. En cambio, el papel de la otra está tallado en roca desde el comienzo de los tiempos del celuloide. Está claro que en esa división del trabajo cinematográfico Sara Montiel sólo podía ser, al menos en una etapa de su carrera, la otra.En Esa mujer, Sara Montiel es la quintaesencia del personaje que remata el triángulo, como en tantas otras películas de serie que rodó, sobre todo, a finales de los cincuenta y durante los sesenta. Todo venía, naturalmente, de El último cuplé, película en la que la Montiel compuso el primer personaje redondo de su carrera. Redondo, que no quiere decir ni bueno ni malo, sino esférico, completo, dispuesto a rebotar eternamente de cine de estreno a cine de barrio, porque una de las características de ese cine era la de que sus películas gustaban tanto en el barrio como en el bulevar, y eran de obligado reestreno en los más entrañables locales de programa doble.

La 'otra' española

La actriz encarnaba formidablemente a la mujer con la que hay un perdón para que el marido español de siempre engañe a su mujer de toda la vida, o que le quite el novio a la muchachita de Valladolid. Una otra con un corazón de oro y un deseo, tan irreprimible como frustrado, de convertirse en la una. Y eso era lo que diferenciaba en aquel cine español a nuestra otra de idéntico personaje en el común de las restantes cinematografías.

Si la otra hubiera sido alemana hubiéramos visto interpretar el papel a Marlene Dietrich, caso de ser francesa le habría tocado a Simone Signoret, los británicos podrían haber elegido a Sarah Miles, y allí no habría habido resquicio alguno para la penitencia. En la España del pecado entre visillos, la otra, aunque fuera Sara Montiel, tenía que dejar claro que hay un camino a la derecha, si bien habitualmente le pillara a la protagonista un tanto a trasmano. Y, como un bel morire tutta una vita onora, Sara Montiel solía morir en el empeño de pretender cambiar de personaje.

Afortunadamente para la actriz, su etapa de cupletera desgraciada no duraría eternamente y un oportuno reciclaje en el espectáculo musical nos ha devuelto en los últimos años a una Sara Montiel jovial y fondona, con menos sexy de bisutería y rimmel, pero magníficamente instalada en una gracia natural y espontánea, con la que ha tenido hasta el humor de convertirse en madre de familia. No es esa la Montiel de Esa mujer, espeleóloga de un éxito que la convirtió en consolación de millones de consuetudinarios matrimonios españoles. Con la legalización del divorcio, Sara se habría quedado en paro de pantalla de no haberse reciclado a tiempo. Hoy, por fin, Sara Montiel ya puede ser la una. Esa mujer se emite esta noche a las 22.30 por la segunda cadena.