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Una silla que no fue canasta

Estados Unidos y Taiwan disputaban un partido de baloncesto en Kuala Lumpur correspondiente al torneo internacional que se celebra en Malaisia, cuando, a falta de 16 segundos para el final, el jugador taiwanés Liu Hwa-Lin se olvidó de la pelota, de la canasta y de las personales. Raudo y veloz, como no había estado en la pista, recogió una silla del público y se la arrojó al norteamericano Michael Brown, que, por instinto, levantó los brazos, la pierna y lo que hubiese hecho falta tratando de taponar el golpe. No se pudo comprobar si el enfado le vino al jugador taiwanés porque su selección perdía de 40 puntos.

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