_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Desde Sagasta

El hotel del balneario en el que estoy huído de la actualidad pelmaza tiene un salón de música similar al que Visconti utilizó para aquella enorme secuencia del baile gatopardiano. También hay un laberíntico jardín, lujurioso, exótico y decadente, que no hubieran desdeñado referir con morosa elegancia Henry James y Prus. Mi habitación es la que utilizaba Sagasta cuando por aquí venía a curar su artritis crónica, y como él la dejó se conserva.El teléfono del pueblo no funciona desde las últimas lluvias, el periódico local llega con día y medio de retraso, la televisión del balneario suele estar enfundada para no turbar la muy trabajada paz decimonónica, los escasos personajes que esta temporada han llegado a tomar unas aguas ricas en radiactividad parecen surgidos de un poema de William Blake, y por los largos y altos pasillos del hotel huele a madera de roble encerada a mano y a hortensias silvestres recién asesinadas por una camarera de Buñuel.

No creo que exista lugar más extraviado en el tiempo para fugarse de la permanente intoxicación político-informativa a la que estamos sometidos por sabe Dios qué pecado bíblico. Todo es inútil. Yo no sé por qué rendijas del balneario balsámico se cuelan las corrientes de esas actualidades rabiosas y bronquíticas, por dónde rayos se filtran esas bochornosas rachas coyunturales y cotillas de las que huyo como gato escaldado, pero el caso es que logran atravesar el túnel del tiempo y hasta aquí mismo llegan.

Vivimos un tiempo en el que no es posible la inocencia. Estamos enterados de todo. Ya ni siquiera necesitamos leer la prensa, escuchar la radio, mirar la tele o frecuentar las tertulias de moda para captar los mensajes de los periódicos, las pantallas, las emisoras, las discusiones gubernamentales o las conspiraciones de las terrazas en candelero. El gran error consiste en creer que la comunicación se produce exclusivamente por los media tradicionales. Mi único consuelo desde este espléndido refugio decimonónico está en pensar que esas patéticas actualidades de intolerable fragor simbólico que me persigue, son las mismas que inquietaban a Sagasta. Son noticias que también tienen un siglo de antigüedad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_