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El saltador soviético Shalibashwilo sigue en coma

Cuba le dio el disgusto a Canadá en voleibol cuando el país anfitrión se frotaba ya las manos de un nuevo triunfo para dar rienda suelta a la alegría general. Fue un de los momentos importantes de la penúltima jornada de la Universiada, insólita en relación a las anteriores, pues Estados Unidos, con 4 medallas de oro de las 13 en disputa y con la sorpresa de ganar a Rumania en baloncesto femenino por 83-61, superó a la URSS, que sólo obtuvo 2. Los soviéticos, de todas formas, se pudieron permitir ese lujo porque tienen ya 54, por 10 de los norteamericanos, 9 de Canadá, 7 de Italia, 6 de Rumania (ambas se disputan el título del resto de Europa) y 5 de China. La preocupación de la URSS está bastante más en que su saltador Shalibashwili sigue en coma y parece irrecuperable. Durante la pasada noche se temió ya su muerte. Su estado es crítico.

La Universiada termina con tragedia. Desde la caída de¡ saltador georgiano Sergei Shalibashwili a la pileta del centro Kingsmen, tras golpearse de forma tremenda en la nuca con la plataforma de cemento situada a 10 metros de altura, todo parece distinto. Incluso la derrota ayer de Canadá ante Cuba en voleibol, cuando aún se saboreaba aquí el éxito en baloncesto, vino a entristecer más el ambiente.El saltador, que empeoró la noche pasada, se encuentra ahora en situación estable, pero crítica, dentro del coma profundo. El doctor Read, subdirector del hospital de la Universidad de Alberta, señaló que aunque salve la vida, su cerebro quedará dañado para siempre. Shalibashwili, inconsciente desde el momento del accidente, está siendo ayudado a sobrevivir artificialmente. Sufre fracturas múltiples en el cráneo y se le practicó una intervención de urgencia para evitar aún más presión del trauma sobre su cerebro. Por el momento no se le ha hecho un electroencefalograma para ver si funciona. Según el doctor Read, no cabe más que esperar, pues a la pregunta de si la delegación soviética había planteado su traslado a otro hospital contestó que en ningún otro de Canadá o Estados Unidos podrían darle mejor tratamiento. Dos médicos del equipo se encuentran con él continuamente junto a los canadienses del hospital.

El saltador, de 21 años, es entrenado por su madre (no tiene padre), que no está aquí y a la que no se había podido localizar en Tiflis, la capital de Georgia, donde reside, aparte de que aún no se sabe si su electroencefalograma es plano, y tampoco se ha planteado la decisión de cortarle la ayuda de vida artificial. El concurso, ganado por Louganis ante otro soviético, Troshin, y el chino Tong Hui, tuvo un sabor bien amargo.

Sigue el viento

A Cuba, que derrotó a Canadá en voleibol, por 3-1, tras remontar un 14-8 en el tercer set -que fue decisivo-, no le molestó el viento, que sigue perjudicando al atletismo en cuanto la lluvia deja de caer. Los cubanos, sorprendidos en el primer set por un 15-12 y tras fallar demasiado en los bloqueos, hicieron enmudecer ya en el segundo a los 16.000 espectadores del impresionante Northlands Coliseum, escenario cubierto de los partidos de Loa Oilers, uno de los superequipos norteamericanos de la NHL, liga profesional de hockey sobre hielo. Cuba empató el encuentro con otro 15-12 y lo sentenció prácticamente a continuación cuando el único jugador blanco de los 12, un gran colocador, Antonio Perex, se apoyó en la tremenda eficacia rematadora de Ruiz. El set se decidió por 16-14 y ahí acabó la moral de Canadá, que cedió el tercer set, ya definitivo, por 15-8.

En atletismo no sólo perjudica el viento, muy irregular, sino la programación, tan mala que no alterna bien los concursos y las carreras y se permite poner las sernifinales de 5.000 metros sólo el día anterior de la final, cuando el 10.000 se corrió hace una semana. Jorge García fue un cómodo tercero tras un mexicano que se vació absurdamente y el británico Harris, ganador de la última San Silvestre vallecana, que se dio otro paseo solo un tanto a lo loco. Hoy podríamos tener, a última hora, una medalla.

Ayer al menos los españoles cumplieron, pues Mercedes Calleja pasó también a la final de 1.500, aunque se clasificaban cinco de cada serie y fue quinta. Isabel Mozún, que ha venido repescada en lugar de Miguel Ángel Moral, lesionado, también fue repescada en altura. Pedían en la calificación 1,84, su actual récord de España, que no lo logró, aunque estuvo a punto de hacerlo en un intento, y anteriormente pasó bien al primero 1,70, 1,75 y 1,80.

Nigeria sumó su quinta medalla de oro con los 10 atletas únicamente que ha traído. Esta vez fue Innocent Egunike, que hizo en 200 unos excelentes 20.41, por delante de los dos americano: Quow (cuarto en Indianápolis, con 20.16, tras Lewis, Myricks y Calvin Smith, el nuevo recordman de 100), que aquí se quedó en 20.46, y Jackson, quinto en los campeonatos de Estados Unidos con 20.26, y aquí 20.57. Los nigerianos, con escuela norteamericana, no pueden a los primeros USA, pero sí a los segundos. Los ejemplos de 100, 200, 400, longitud y triple lo demuestran.

En los 200 femeninos Randy Givens no dejó escapar el triunfo para Estados Unidos, aunque también fue cuarta en Indianápolis, con 22.31, y se quedó sin pasaporte para Helsinki, tras Ashford, Cheeseborough y. Griffith. Aquí hizo 22.47 ante la canadiense Payne (22.69), la larguísima jamaicana Jackson (22.69), que incluso quitó la medalla de bronce a Angela Taylor (22.94). En peso, la soviética Lisovskaya fue la única que pasó de los 20 metros dos veces (20,05 y 20,46). En decatlon se lesionó el estadounidense Peterson en las vallas, y sólo pasaron de los 8.000 puntos el canadiense Steen (8.205) y el alemán Peter (8.160).

El espectáculo, como se esperaba, estuvo en el salto de longitud femenino, pues la recordwoman mundial, Anisoara Cusmir, logró 7,06, 7,03 y 6,96 metros, y tres nulos de otros 7 metros, uno de ellos muy cercano a su récord mundial de 7,43. De todas formas, sólo será récord mundial universitario el tercero, con 1,38 de viento a favor, pues en los otros había 3,20 y 2,70 más de los 2 permitidos. La mala suerte estuvo en el quinto nulo, larguisimo, en que sólo soplaba 0,04. Pero ahí está el inconveniente del viento. La soviética saltó 6,81 legales y la otra rumana, ex recordwoman, Vali Ionescu, que parece acomplejada por su altísima compatriota, sólo 6,56 con 3 de viento y 6,52 con 0,19.

El viento, precisamente, influyó lo suyo en los cortes del pelotón en las pruebas de carretera masculina y femenina de ciclismo. Los soviéticos, naturalmente, volvieron a ser los más fuertes, pero no pudieron en la carrera masculina con la habilidad en el sprint del italiano de turno, Scremin, que con otro compatriota se había metido en la escapada buena de 12 hombres. En la prueba femenina, sin embargo, la soviética Kibardina superó en la llegada a su compatriota Poliakova y a la única rival occidental de entidad, la francesa Jeannine Longo, que sólo pudo ser tercera. La media fue de 39,630 kilómetros por hora en 70 kilómetros de recorrido.

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