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Reportaje:

El baloncesto abrió las competiciones de la Universiada de Edmonton

La Universiada ha pasado del folklore y los preparativos inaugurales a las competiciones. Mientras entra en acción la natación, el primero de los deportes básicos en hacerlo, antes que el atletismo, se han jugado ya los primeros encuentros de baloncesto, especialidad de equipo que ha abierto el fuego, por debute del waterpolo y el voleibol. Los resultados de escándalo, según suele ocurrir por las grandes diferencias entre los contendientes, no se han hecho esperar. El ambiente en esta pequeña (pero extendida) ciudad continúa siendo de "seria y ordenada colaboración". En Edmonton, salvo por la visita y el cumpleaños de lady Di, no se han visto excesos.

Canadá también es un país que ha asumido su correspondiente lío de razas, y si la organización de la Universiada no preocupaba en Edmonton porque tenían la experiencia de hace cinco años, con los Juegos de la Commonwealth, lo que quizá no esperaban es algo consustancial con esta competición: el otro lío de que al lado de figuras y participaciones serias se producen cambios, retrasos, ausencias inesperadas. En este caso no es tanto que se devalúe el nivel o la categoría del acontecimiento como que los calendarios o la programación general requiere un esfuerzo doble. Si se tratara de un corto número de países participantes no resultaría problema, pero es al contrario, y además en diez especialidades. Es un pequeño caos.El ejemplo del baloncesto, para los deportes de equipo, como puede suceder en los individuales, para confeccionar las distintas series eliminatorias, ha sido ya significativo. Como previsión de un enorme número de inscritos se programaron para antes de la ceremonia inaugura¡ cuatro partidos, de los que sólo uno pudo disputarse. Ni Ruanda se presentó ante Yugoslavia, ni Nigeria ante China, ni Camerún frente a Corca del Sur. Pareció una deserción africana, como el primer gran boicoteo de los Juegos Olímpicos de Montreal, en 1976, pero volvió a ser problema de dinero o de tiempo. Edmonton está muy lejos para enviar representaciones nutridas, aunque en la ceremonia de apertura se vieron, en cambio, ejemplos contrarios, auténticamente sorprendentes. Resulta difícil comprender casos como Guatemala o Líbano, con problemas internos evidentes, que se permiten el lujo de venir con delegaciones de más de 30 atletas.

En el primer partido de baloncesto disputado, Cuba, uno de los equipos capaces de aguarles la fiesta a yugoslavos y norteamericanos, aplastó a Hong Kong por un elocuente 128-78. Al descanso se Regó ya con la amplia ventaja caribeña de 5630. Los entusiastas asiáticos de la colonia comercial, con unas estaturas mínimas para lo que se lleva en el baloncesto de hoy, no cogieron ni un rebote, por lo que los cincuenta puntos de margen fueron cortos, porque los cubanos no quisieron abusar debajo de los tableros y fallaron demasiados intentos, casi de entrenamiento, desde la media distancia, como tampoco apretaron en defensa. Los 78 puntos logrados por Hong Kong les sirvieron como un triunfo. El equipo de Cuba, que entrena el que fue gran jugador y miembro de la primera hornada que subió el baloncesto de su país a nivel mundial, Pedro Chappe, tiene un calendario de paseo, pues el siguiente rival, aunque más serio, como eterno campeón africano, es Senegal.

En cuanto al equipo femenino español, debutaba ayer noche, precisamente contra el mismo Senegal, en partido que se debía ganar para aspirar a ese sexto puesto que quiere la seleccionadora nacional, María Planas. Por el momento, las baloncestistas son las únicas representantes españolas en Edmonton, pues los atletas, cuyas competiciones no comienzan hasta el martes, aún no han llegado. Y quizá como anécdota sin trascendencia, pero sintomática del desastre deportivo universitario español, cabe decir que las chicas se llevaron una buena sorpresa, cuando se encontraron con que las camisetas para jugar eran de tallas infantiles. Fue un error, pero con cierto sentido, pues a ese nivel está el panorama.

A Edinonton, mientras tanto, siguen llegando delegaciones, pues algunas ni siquiera pudieron tomar parte en la ceremonia inaugural. Marruecos, por ejemplo, llegó al aeropuerto media hora antes, y fue directamente en autobús al estadio. Al menos se vio el fervor commonwealthístico, de la ciudad, con los príncipes de Gales, y especialmente con lady Di, en el día de su cumpleaños. Ahora se ha ido y queda un vacío real para Edmonton.

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