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Las colas que nunca acaban

Alex Martínez Roig

ENVIADO ESPECIAL La imagen de Wimbledon está íntimamente ligada a largas colas de pacientes ciudadanos ingleses. Desde que se inicia el recorrido hacia Wimbledon hasta que se llega al asiento de la pista central, decenas de minutos se pasan en largas e interminables colas. Hay que tener paciencia desde el momento en que se va a comprar el billete del metro, el mejor y más rápido transporte hacia Wimbledon. Cola ante la taquilla y cola ante el revisor que pica el billete. Una vez se llega a la estación del pueblo, hay que dirigirse rápidamente a la cola de los autobuses o a la de los taxis el servicio más cómodo para llegar al club. Las charlas du rante estos momentos son ani madas y alegres. Nadie tiene prisa.

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La siguiente cola es para en trar en el All England Club Como que muchos espectadores llegan antes de las doce a las instalaciones y es norma tradicional que las puertas no se abran hasta el mediodía, se forma otra cola que alcanza unos 300 metros de longitud Ya en el interior, hay que guardar otra cola hasta que el portero de cada una de las entradas a las gradas da la señal de que los jugadores están en el descanso entre juegos y no se les molesta. Comprar fresas, helados, bocadillos, telefonear, enviar un télex, son acciones que precisan también de paciencia.

Pero aún queda una sorpresa a la salida de las instalaciones. Una treintena de adeptos a las colas, devoran las últimas noticias sobre el próximo cumpleaños de Lady Di en los diarios amarillos londinenses tumbados en un as cómodas tumbonas y rodeados de mantas, termos y música.

Los revendedores de entradas, por su parte, han agudizado el ingenio y este año han montado un nuevo sistema de operaciones. Tras entrar en contacto con el cliente, el revendedor se dirige a un tercer individuo, que ha instalado su oficina en alguno de los aparcamientos cercanos a Wimbledon. Este sistema evita que el revendedor sea detenido por la policía con todas las entradas que le quedan en el bolsillo.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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