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La comunicación televisiva en Estados Unidos

La sociedad norteamericana se dividirá en dos castas: los ricos y los pobres en información, según Les Brown

"Tenemos ya la maquinaria para que se cumpla la profecía de George Orwell, en su satírica novela 1984. Lo único que falta es el déspota que ponga estas herramientas en marcha. Algunos norteamericanos se sienten confortados por el hecho de que la desregulación sitúa estos medios a cierta distancia del Gobierno federal, pero podríamos sorprendernos un día al descubrir que el Gran Hermano no es el presidente del país, sino el presidente de una gran empresa".Les Brown, que fue redactor de televisión en el periódico The New York Times y ahora dirige una de las más importantes revistas, Channels of Communications, resumió con esta afirmación contundente el panorama de lo que llama "segunda revolución norteamericana", la de las nuevas tecnologías de la comunicación. Tema al que se dedicó la última jornada del seminario organizado por el Instituto de Estudios Norteamericanos de Barcelona, clausurado la pasada semana y en la que también pronunció una conferencia Dean Silvers, profesor de la universidad de Nueva York y vicepresidente ejecutivo de una compañía especializada en la producción y distribución de cintas musicales.

La aventura estadounidense en la nueva frontera tecnológica es, dijo Les Brown, "como una superautopista en la que no hay límites de velocidad y que está llena de curvas muy peligrosas. Nosotros estamos corriendo a toda velocidad, muy por delante de todos los demás. Y en cada milla permanece la misma pregunta: ¿adónde vamos?"

"Puesto que en EE UU no es la tecnología, sino los imperativos de los negocios los que determinan lo que es posible en la mayoría de los casos, es completamente fútil pensar en términos utópicos sobre las nuevas formas de televisión. Pero también es temerario dejar que los negocios marquen la pauta, si sus metas amenazan nuestros derechos personales y libertades".

Esta "segunda revolución% a 200 años de distancia de la primera, ha sido posible, según el ponente, gracias a la convergencia de cuatro tecnologías -la televisión y el cable, los ordenadores, el teléfono y el satélite- que están creando un considerable número de nuevos sistemas de información y entretenimiento.

Las tecnologías son el instrumento de "la segunda revolución norteamericana", pero su fuerza conductora son los negocios. Aunque la opinión pública no tenga conciencia de ello, "se trata de una revolución auténtica que, más allá de la televisión", dijo, "Ilegará a todas las esferas sociales. Esta revolución tiene serias implicaciones para el futuro del sistema democrático estadounidense. Ya ha comenzado a amenazar nuestros derechos a la privacidad, el derecho a vivir anónimamente. Ya se puede ver un cambio en la balanza social hacia un sistema de castas de información rica e información pobre. Ya está claro que las grandes corporaciones controlarán el flujo de información y que están conquistando el poder de definirla. Esto puede tener serias consecuencias políticas".

La penetración de los poderes económicos en esta revolución fue propiciada, dijo el ponente, por el "monumental descubrimiento, en 1976, de que la gente estaba dispuesta a pagar por ver la televisión. Time Inc. creó su servicio de televisión de pago, el Home Box Office (HBO), mediante distribución por satélite a los sistemas de cable de todo el país, y abrió así el camino a un nuevo y espectacular negocio. Decenas de compañías que nunca se habían asociado con la comunicación han desarrollado ramificaciones para entrar en el negocio de estos medios".

Les Brown criticó la contribución del Gobierno a esta revolución: las iniciativas desreguladoras se proponen que el Gobierno no interfiera innecesariamehte en estos nuevos negocios, y el capital fluye rápidamente hacia estas nuevas industrias que no encuentran en su camino restricciones gubernamentales.

Gobierno y comunicación

Esta política desreguladora fue adoptada por la Administración Carter y alimentada por la de Reagan. Consiste en "dar a cada nuevo desarrollo tecnológico la oportunidad de probarse en él mercado, de forma que el conaumidor, y no el Gobierno, decida lo que es mejor para EE UU.. Esta política de laissez-faire de los legisladores respecto a los nuevos medios ha sido calificada como darwiniana -la supervivencia del más fuerte- y como supremamente democrática".Discrepó duramente de la creencia generalizada del Gobierno de que esta política revitalizará la econonna norteamericana y propiciará su liderazgo mundial. "Por el contrario", dijo, "todos los países desarrollados se han persuadido de que deben entrar en la radiodifusión por cable y satélite en esta década, si no quieren correr el riesgo de convertirse en países tercermundistas de la era de la información, como aquellos países sin autopistas en la era del automóvil. Mientras otros países procuran estructurar las nuevas formas de televisión para servir mejor sus objetivos nacionales, Estados Unidos se ha zambullido en esta nueva era sin planificación, sin debates nacionales, confiando su futuro exclusivamente a las fuerzas del mercado. Nos hemos convertido en el laboratorio del mundo, y los demás países nos están mirando para ver qué sucede. El problema fundamental está en saber adónde nos lleva esta revolución".

Brown se refirió "a la extraordinaria abundancia electrónica", para perfilar la continuación un cambio en la oferta de las grandes cadenas y desmitificar la creencia de que el cable signifique mayor posibilidad de pluralismo, ya que está amenazado por caer, debido,a la política gubernamental, en manos de una decena de grandes sociedades.

"Tambien se dice", prosiguió, que el cable propicia el pluralismo de puntos de vista, pero son como los dientes de un rastrillo que se juntan en el mango; el que controle el mango lo controla todo". El problema se agrava, añadió, si se considera la propiedad del cable. Sólo las empresas más grandes pueden abordar las enormes inversiones que se requieren, y las pequeñas compañías están siendo absorbidas por aquéllas. "Es muy probable que en 1990 sólo una decena de sociedades posea todol los sistemas de cable que existen hoy. Si se les otorga plena libertad de expresión, sin obligarlas a que tengan canales para contrastar puntos de vista, estas sociedades controlarán todo el flujo de información de EE UU. La dirección de la democracia norteamericána irá inexorablemente hacia una oligarquía de las grandes corporaciones. No quiero predecirlo, sino exponer que ese es un peligro cierto".

"Es más fácil predecir una división de la sociedad norteamericana entre información rica e información pobre, porque esta división ya es una realidad. Los hijos de familias pobres apenas tienen acceso a la propiedad de ordenadores domésticos, y desde que los bancos de datos son un gra negocio, las bibliotecas que ahora ofrecen gratuitamente libros no lo harán con los sitemas de videotexto, porque habrá que pagar ese servicio. Puesto que la información es algo que hoy te nenlos que comprar, la ideología del libre mercado favorece al rico y discrimina al pobre, Y, si la información es poder, el rico tiene más y el indigente cada vez estará más alejado de él. El cable parece ser un sistema que acentúa la pobreza. Así, Detroit, que tiene un alto índice de parados y de población negra, no tendrá cable en este siglo. Ninguna gran compañía de cable se ha interesado en ofrecer este servicio".

Brown cree en la bondad del libre mercado, pero considera prioritaria su regulación. Había un proyecto de la Administración Nixon en este sentido, añadió, pero ya nadie se acuerda de él. "La televisión y el cable serán buenos o malos en una sociedad libre según el uso que se haga de ellos y la estructura que se les dé". Abogó por la necesidad de que el telespectador se convierta en programador libre de las opciones que se le ofrecen, y por el derecho de acceso a los medios con reserva de horarios para la confrontación y expresión de los distintos puntos de vista.

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