La contrarrevolución europea
Más que el partido conservador, ha sido Margaret Thatcher la que ganó las elecciones. Nadie lo duda. La dama de hierro está convencida de haber obtenido de los electores un mandato y lo cumplirá fiel a los compromisos contraídos. Nunca, desde la guerra, un jefe de partido ha ejercido sobre sus tropas una autoridad tan total como la que posee hoy la hija de un tendero, despreciada por los intelectuales, criticada por el establecimiento tory, dueña del juego político tanto en el país como en la Cámara de los Comunes. ( ... ) Los tres millones de parados han pesado menos en la balanza que la fuerza de una personalidad y el llamamiento a todos para la reconstrucción del país.Subsiste una incertidumbre: ¿los electores se han adherido al programa conservador al mismo tiempo que aclamaban a Margaret? Conscientemente o no, los británicos han escogido a la vez un jefe resuelto y un programa claro y decidido. Lo que da significación e importancia a la victoria de la señora Thatcher no es tanto la amplitud del éxito como el planteamiento de la batalla, tal como la han calificado los dos partidos. Por un lado, una recuperación de la socialdemocracia o del socialismo; por el otro, la continuación de una contrarrevolución apenas esbozada.( ... ) En 1983, un país de Europa occidental intenta él primero la experiencia de la desnacionalización, de la desocialización y busca el éxito por la vía de la privatización y de la liberación de la sociedad civil. Esta contrarrevolución apareció a menudo como imposible. Margaret Thatcher demuestra que por lo menos es posible.
, 20 de junio
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