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Celia Guevara, hermana del Che

"No quiero vivir cultivando la memoria de un mito"

"Yo me siento muy orgullosa de ser la hermana del más grande líder revolucionario de Latinoamérica; pero la vida es muy galopante, y una no puede, ni quiere, limitarse a cultivar la memoria de un mito". Lo dice Celia Guevara, la hermana menor del Che, en el modesto salón de un piso antiguo del barrio de Malasaña donde unos amigos hispano-argentinos le ofrecen su hospitalidad. Celia, nacida en Buenos Aires "hace una serie de años que no me da la gana decir", arquitecta y viuda de arquitecto, llegó hace pocos días a Madrid para hacer campaña en pro de los presos y desaparecidos argentinos y en contra de la Junta Militar que gobierna su país desde el año 1976.

Para Celia Guevara, las violaciones de los derechos humanos cometidas por la Junta Militar argentina no deben quedar impunes. ¿Quién fue responsable de esos crímenes? ¿Cómo va a quedar todo en nada? Lo mínimo que se puede pedir a un Gobierno, y más si se ha impuesto por las armas, es que asuma la responsabilidad de sus actos", dice."La puesta en libertad de todos los presos políticos; una aclaración, caso por caso, de todas las desapariciones; la vuelta a la Constitución nacional, que garantiza los derechos individuales y sociales, y una política económica que permita la recuperación de la industria, la agricultura, la sanidad y la educación, al menos en los niveles anteriores al golpe" son, según la hermana del Che, objetivos imprescindibles para normalizar Argentina. "Y, por supuesto, hay que lograr que los militares vuelvan a sus cuarteles y no salgan de allí nunca más. Yo hasta elaboraría una ley por la cual un uniformado no pueda desempeñar ningún cargo público".

Celia Guevara es una mujer de mediana altura, hombros fuertes, piernas sólidas, cabello castaño lacio y un rostro de arquitectura aindiada que sonríe mucho, "y eso que mi vida, como la de todo latinoamericano, ha sido muy sufrida, muy movida". Viste un vestido de verano de color violeta claro al que se le caen una y otra vez los tirantes, y cuando habla sus brazos hacen molinetes y sus piernas se cruzan y descruzan una y otra vez. "No soy una profesional de la política. Soy una mujer de izquierdas, partidaria de los derechos humanos, que piensa que Latinoamérica debe desprenderse del dominio norteamericano y que Cuba es un faro para todos nuestros pueblos". Y si se le pregunta si es partidaria de la lucha armada, del detonante guerrillero, como lo fue su hermano Ernesto, responde que cada pueblo y cada momento histórico son diferentes y no se pueden dar recetas universales para la emancipación". Y después afirma que el mismo Che, con quien estuvo muy unida en su infancia y primera juventud, pensaba así.

Celia vive en Cuba con su padre y su hermana Ana, pero volvería a Argentina a desarrollar su profesión si se restableciera la democracia. "Cuba es muy hermosa, tiene un sistema social muy atractivo y allí el Che es, después de José Martí, el personaje más querido; pero la utilidad mayor de una persona está en su patria. Yo no salí voluntariamente de Argentina, yo tuve que huir después del golpe porque estaba amenazada por la Triple A. Y poco después de huir, mí casa fue allanada y desvalijada por un grupo paramilitar". Si Celia puede regresar a Argentina y hay elecciones libres votaría, con toda probabilidad, al Partido Intransigente, porque le parece la formación política más de izquierdas y antiimperialista. "Ya ves, te estoy diciendo que tal vez votaré. No soy una incendiaria".

No es, en efecto, una incendiaria esta Celia Guevara -para quien "la libertad es conocimiento, y el mundo no será justo hasta que todos los seres humanos sepan leer y escribir"-, que confiesa que a veces se le exige demasiado por ser hermana de un mito. "Una vez un periodista me preguntó si yo era igual que el Che y le respondí que si conocía al hermano de Van Gogh. No era pintor, tan sólo era coleccionista de cuadros", señala finalmente.

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