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Hekmat Khodr, representante de Líbano: "Dadnos la paz y asombraremos al mundo"

Amelia Castilla

Los 600.000 habitantes de derecho de Beirut están decididos a no poner la primera piedra de su nueva ciudad reconstruida hasta que no se retiren las tropas sirlas e israelíes de su territorio, según afirma Hekmat Khodr, representante de Líbano en la conferencia La ciudad y la paz. El miedo a que estalle otra guerra en la región, en la que Líbano se vería, una vez más, implicado, ha paralizado los proyectos de reconstrucción de la ciudad, aunque todo está preparado para iniciar las obras, que necesitan un presupuesto de 27.000 millones de dólares (más de tres billones de pesetas). Hekmat Khodr, consejero del Ministerio de Turismo y Economía de Beirut y vicepresidente de la Federación Mundial de Ciudades Unidas, alcalde de una pequeña localidad cercana a Beirut, lanza un reto: "Dadnos la paz y asombraremos al mundo".Los beirutíes sueñan con construir, en las zonas sin interés histórico, una nueva ciudad sobre líneas arquitectónicas modernas. "Todo el proyecto está preparado, y tenemos dinero para realizarlo", garantiza Khodr. Asegura también que el pueblo libanés es fuerte y está acostumbrado a vivir entre las piedras. "Somos una raza muy dura y acostumbrada a las situaciones dificiles; podremos sobrevivir a pesar de la guerra".

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La reconstrucción de Beirut, explica el representante libanés, incluye la recuperación de su prestigio como perla de oriente. La calle de Al Hambra, donde se concentra casi la totalidad de la actividad comercial de la ciudad, está ahora demodée, pero volverá a ser una calle hermosa.

Al Hambra en árabe significa rojo, y por este motivo el asfaltado de la calle tendrá ese color, las casas estarán pintadas de blanco y llenas de flores. "No es un proyecto utópico, porque podemos hacerlo. Los comerciantes libaneses han cedido al Gobierno un millón de libras (30 millones de pesetas) para su reconstrucción".

Beirut, asegura Khodr, volverá también a ser famosa por sus hoteles. Esas habitaciones destinadas al reposo de la elite europea habían servido en los últimos años como cuartel general de algún batallón sirio o de cualquier organización pro nasserista. Los famosos Holliday Inn y Phoenicia serán reconstruidos. Los demás, entre ellos el Hilton, todos ellos destruidos completamente en la batalla de los hoteles, uno de los últimos y más sangrientos combates de la guerra civil, volverán a estar en servicio paulatinamente.

Uno de los edificios que no ha sufrido daños y que se conserva intacto por su localización en el sector Este de la ciudad, que no fue sometido al martilleo de los bombarderos israelíes, es el casino, que ahora funciona a medio gas, pero que en su día fue uno de los más célebres del mundo por el volumen de dinero que por él circulaba y por la categoría de los espectáculos que ofrecía.

El Parlamento, situado en el casco antiguo, es hoy sólo un testimonio del pasado democrático. La Cámara libanesa, integrada por 99 diputados, celebra ahora sus sesiones en un palacio cedido por Hussein Mansour, un rico comerciante libanés.

En una parte del oeste de Beirut aun siguen existiendo tres campamentos de refugiados palestinos, entre ellos los tristemente conocidos de Sabra y Chatila, en los que malviven 500.000 personas: ancianos, mujeres, ninos y muy pocos jóvenes. Su permanencia en la ciudad depende, según Khodr, de que se desencadene o no la guerra en el valle de Bekaa, que se reparten combaltientes palestinos, sirios e isralíes.

"Si no hay guerra", asegura Khodr, "los palestinos se irán integrande en la sociedad libanesa. Pero si hay guerra serán expulsados. No hay otra solución, no porque el Gobierno no los quiera, sino porque la sociedad no los aceptaría. Podemos comprenderles, pero tenemos prevención contra las armas".

Al consejero libanés le gusta Madrid no sólo porque es una ciudad "bella y limpia", sino también porque "en esta ciudad siempre estoy contento".

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