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Paco Rabanne

"Vamos a cambiar de civilización y yo quiero cambiar también el aspecto de la moda"

Gabriela Cañas

Utiliza siempre camisas de cuello Mao, con el botón superior bien abrochado oprimiéndole la garganta. Dice que es español y morirá siendo español -nunca quiso aceptar la nacionalidad francesa-, aunque le cuesta hablar en castellano. Estudió arquitectura, pero se hizo modisto. Se dedica a la moda femenina, pero considera imbécil a la mujer que la sigue. Vive de ello -y bien-, pero se considera, por encima de todo, un profeta. Y, cuando habla, una parece estar escuchando la voz de un predicador. ¿Genio, visionario o un perfecto publicista? Muchos simplificarían la personalidad del siempre sorprendente Paco Rabanne calificándole, sencillamente, de excéntrico.

Paco Rabanne, uno de los más importantes genios de la alta costura parisiense, nació en España. En San Sebastián, el 18 de febrero de 1934. Un doble Acuario, dice él; Acuario loco: por su signo del Zodíaco y por su ascendente. Rabanne, hijo del último general republicano que fusiló Franco, llegó a París con su madre y sus hermanas cuando acababa de cumplir los cuatro años. Allí, con el paso del tiempo, se convirtió en uno de los modistos más cotizados y revolucionarios. Rompió los esquemas de la alta costura con sus mallas metálicas, sus vestidos de plástico o sus prendas de cuero, y aquélla le aceptó, sin embargo, sin reservas como genio indiscutible. Paco Rabanne ha vuelto a España, en una de sus esporádicas visitas profesionales, para presentar en Madrid su última colección.Hablar con Paco Rabanne no supone mantener una aburrida conversación sobre la línea que se va a llevar el próximo otoño o el estilo de los zapatos del verano. Su calidad de profeta -le gusta llamarse así- y el tiempo dedicado al estudio de la historia, la arquitectura y la esoteria implican en él una visión mágica de todo lo que toca. Sobre su propia existencia, Rabanne es capaz de esbozar en pocos minutos toda una complicada teoría basada, fundamentalmente, en la reencarnación, en la que cree a pies juntillas. "Yo sé por qué he venido aquí, por qué nací", dice el modisto. "Al otro lado de la muerte hay dos mundos. Hay una especie de país gris, oscuro, y, por encima de él, un mundo de vibraciones. Alrededor del centro de este mundo de vibraciones están las almas, más cerca o más lejos del centro según su vida pasada. En el centro hay una vibración enorme, de amor, de gozo, de placer. Y el alma que está en ese mundo de vibración sólo tiene un deseo, un solo deseo: estar más cerca del centro. Y cuando un alma decide que quiere subir más alto, vienen los jueces -hay 40- y te dicen: mira todas tus vidas, y si quieres estar más cerca de Dios, has de bajar de nuevo y vivir otra vida. Te muestran todas las posibilidades y tú ves la vida que vas a vivir. No hay un ser humaño que no haya elegido su vida".

Dice Rabanne que él no quería bajar. Siempre ha declarado en entrevistas a la prensa que en 1984 se producirá la tercera guerra mundial, y él morirá también en esa horrible guerra en la que, según él, desaparecerá casi por completo el viejo continente europeo. "Antes, en mi vida anterior, era un tranquilo cura del País Vasco. También, sí, hace tres mil años, fui sacerdote egipicio. Bajé porque sabía lo que iba a pasar en 1984 y es importante que gente así vea lo que va a ocurrir para chupar todo lo que hay de malo".

Sus creaciones como modisto están directamente relacionadas con esta visión del mundo. "Lo metálico, lo que brilla, es una representación del mundo en que vivimos. Vamos a cambiar de civilización, y yo quiero cambiar también el aspecto de la moda. Lo que yo hago representa una época y adelanta el momento histórico. La moda es profética. Cuando las cosas van mal, las faldas bajan. Cuando van bien, las faldas suben. Siempre lo he dicho. Y no hay más que fijarse un poco para comprender que es así. Cuando el pelo de la mujer sube, el régimen político cae. La moda no es un juego o la voluntad de un modisto. Es un momento de la civilización".

Paco Rabanne dice que vio a Dios, cuando tenía 27 años. "Es una explosión de energía, un momento de amor, un momento de eternidad. ¡Bup! Una cosa fabulosa". Y también asegura que sabe cómo va a morir, en esa tercera guerra mundial. "Veré una luz intensa... y se acabó". "¿Miedo? No. Estoy esperando el otro lado".

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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