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1 de Mayo

Ayer, el 1 de mayo se hizo pedazos. De nada valieron los respectivos y consecutivos artículos publicados por Nicolás Redondo y Marcelino Camacho en EL PAIS. De cara a la clase trabajadora, de cara a los obreros, quedó bastante claro que una cosa es la lucha social y otra cosa es el poder. Ayer, 1 de mayo no fue el día de los trabajadores, sino una conmemoración política, de partidos políticos, unos en el poder y otros en la oposíción. El grito obrero de siempre fue nada más que consigna electoral de partido. Ni más ni menos. La famosa unidad de la clase obrera ha quedado rota, quebrada, precisamente cuando ha llegado un partido de izquierda al poder.¿Pulso entre organizaciones sindícales rivales?, ¿diversidad en el entendimiento de la crisis?, ¿pugna entre la comprensión de lo que se tiene, se puede y se quiere? Puede que todo sea, en el fondo, muchísimo más sencillo. Puede qué todo consista en que hay una rivalidad de partidos y que sus respectivas centrales hayan sido incapaces de remontar las cotas de resentimiento mutuo, de rivalidad mutua por el poder político. En la calle, ayer, no estuvo la Unión General de Trabajadores, socialista, ni estuvieron las Comisiones Obreras, invento sindical genuinamente español, que en su día levantó expectativas a nivel mundial en torno a su originalidad. En la calle, ayer, estuvo el PSOE, que tiene el poder en la mano y el PCE, que desea no perder el protagonismo político. Los obreros contaban de una forma segunda en todo caso. Ayer fue un asunto de militantes de partidos, no de sindicalistas.

¿Se dan cuenta los trabajadores, los obreros, los verdaderos sindicalistas, de lo que ha sido este 1 de mayo? ¿Advierten seriamente qué cantidad de daño, de mala imagen, de mal ejemplo, han dado a la causa estrictamente sindical? (...)

Ya veremos cómo explican, en un futuro inmediato, don Nicolás Redondo y el señor Almunia, ministro de Trabajo, este 1 de mayo. Al fin y al cabo, alguna explicación tendrán que dar (...)

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¿Significa esto una burocratización política de la central sindical propia del partido del Gobierno? ¡Pues claro que si! Hasta ahora, a CC OO se le había motejado, con toda la razón del mundo, como correa de transmisión del PCE. Era y sigue siendo verdad. Lo que ocurre es que desde ahora, a UGT también habrá que denominarla como correa de transmisión del PSOE (...)

Por todo ello no sería demasiado raro que a partir de hoy, día 2 de mayo, los obreros españoles se pusieran a reflexionar si en vez de la militancia no les convendría más la independencia. Sus respectivas centrales les han dejado solos, les han escindido. Ya no hay la excusa de una maniobra de la derecha enfrente. Es un Gobierno de la izquierda quien tiene que responder a esta escisión dolorosa de la clase trabajadora. El 1 de mayo se ha roto; como celebración, como mito, como cifra de la solidaridad. Y lo ha roto la izquierda. La izquierda en el poder.

2 de mayo

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