Socialista pragmático
Ayer, 30 de abril, se celebró el centenario del nacimiento, en Oviedo, de don Indalecio Prieto Tuero. ¿Se celebró? Es de esperar que sí, porque, sin duda, ha sido y es uno de los máximos valores no sólo del PSOE, sino de la España contemporánea. Hasta los adversarios políticos de don Inda reconocían su hombría de bien y su talento (como gran ministro de Obras Públicas durante el primer bienio de la República, como extraordinario orador) y, en opinión de José Antonio Primo de Rivera, el socialismo del orondo tribuno, de marcado acento nacional, le aproximaba a los sentimientos y posiciones de Falange Española. En ello andaba equivocado José Antonio, aunque era cierto que a Prieto nadie le superaba en amor a su patria.Viendo desde estas alturas la trayectoria política de Prieto, se aprecia claramente que la postura de éste, con poquísimas excepciones, siempre fue la de la moderación, de la conciliación, de la búsqueda de cooperación con otras fuerzas progresistas. Prieto gustaba de definirse como "socialista a fuer de liberal". Creo que hoy se le podría llamar militante socialdemócrata. Vale la pena recordar el constante esfuerzo suyo por adecuar la actuación socialista a consideraciones realistas, pragmáticas. Prieto dijo que la política es "el arte más noble que hay en el mundo", declarando en otra ocasión que es "un arte de realidades". Él mismo fue un verdadero artista de la política, y tenía una intuición agudísima de las realidades de cada nueva situación que se producía en el país.
El instinto conciliador de Prieto, su constante empeño por encontrar "puntos de concordancia que hagan posible la convivencia", le enfrentaron varias veces con su propio partido. La primera discrepancia, acaso, ocurrió en 1919. El año antes, Prieto había sido elegido diputado a Cortes por Bilbao gracias al pacto electoral republicano-socialista. Cuando en 1919 el congreso extraordinario del PSOE decidió romper aquella alianza, tras 10 años de esfuerzo común, Prieto no estuvo en absoluto de acuerdo. Lo dijo. Y siguió manteniendo amistoso contacto con los republicanos vizcaínos.
Asimismo desaprobó Prieto, inmediata y rotundamente, la colaboración del PSOE con la dictadura de Miguel Primo de Rivera.
Luego, en 1930, caído ya el dictador, y cuando el PSOE se niega a participar en discusiones con los republicanos para elaborar una solución de compromiso que facilite una salida democrática a la situación, es Prieto quien, a título propio y acompañado de Fernando de los Ríos, acude a las reuniones de San Sebastián.
Don Inda acepta la cartera de Hacienda en el primer Gobierno de la República, cartera que no quiere nadie, y cumple inteligentemente su cometido. Pero en Hacienda está poco tiempo, pasando luego a Obras Públicas, donde crea múltiples proyectos hidráulicos y planea la construcción de los Nuevos Ministerios y la prolongación de la Castellana.
Prieto consideró que la ceguera del PSOE, al no ir a las elecciones de noviembre de 1933 al lado de los republicanos, fue una de las causas de la guerra civil de 1936 ("Nos ahorcamos con la cuerda trenzada por nosotros mismos"). Las derechas, coaligadas, ganaron aquella contienda electoral, y vino lo que todos sabemos: la radicalización de la política española, la nefasta división en el seno del PSOE, Asturias.
Don Inda vuelve a España desde el exilio con la victoria del Frente Popular. En los meses anteriores a la rebelión militar su voz pide constantemente moderación y solidaridad. No quiere saber nada de "revolucionarismo infantil". Azaña le ofrece la presidencia del Gobierno en mayo, pero el Grupo Parlamentario del PSOE, adicto a Largo Caballero, no da su beneplácito. Varios historiadores consideran que, en aquellos momentos, un Gobierno. presidido por Indalecio Prieto hubiera podido atajar el golpe de Estado. No es inverosímil. Prieto sabía lo que se tramaba -era uno de los políticos mejor informados de España- y se lo dijo varias veces a Casares Quiroga, quien, acusándole de padecer una "menopausia prematura", no le hizo el menor caso.
El 8 de agosto, ya en marcha la guerra, Prieto imploró desde, Unión Radio que, en la retaguardia republicana, no se cometiesen desmanes como los que ocurrían en la zona nacional. "¡No los imitéis!", pidió, "superadlos en vuestra conducta moral; superadlos en vuestra generosidad". Dos semanas después, le dijo a Zugazagoitia: "Hemos entrado en la última fase de la guerra".
Hoy, con los socialistas en el poder, es hora de que la figura de Prieto reciba el homenaje que merece. Porque, ¿podemos dudarlo?, don Inda es uno de los grandes inspiradores del espíritu que, en 1983, 100 años después de su nacimiento, anima al PSOE.
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