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'Lolita', la señora de Florindo

La hija de Lola Flores se casó en secreto en un juzgado de Marbella

Nadie duda de que María Dolores González Flores, artísticamente conocida por Lolita, se haya casado por amor. Sin embargo, ha conseguido -en esa maratón con tules y a lo loco de la boda aflamencada- pasar netamente por delante de la mujer que hace ya algún tiempo le arrebató al que en estos casos suele denominarse el hombre amado. Es decir, que Lolita ha conseguido casarse antes, una semana antes, de que Isabel Pantoja lo haga con Paquirri.

La hija de Lola Flores y de Antonio González, alias El Pescaílla, contrajo matrimonio, el pasado 23 de abril, en un juzgado de Marbella, con el hombre de negocios argentino Guillermo Florindo, y la ceremonia, que se celebró por lo civil, tuvo lugar en la más estricta intimidad, con la asistencia exclusiva de los familiares de ambas partes y los reporteros de la revista Hola, que se rumorea ha pagado dos millones por la exclusiva del acontecimiento.Lolita González Flores, la mayor de los hijos de La Faraona -los otros dos son Antonio y Rosario-, nació en Madrid el 6 de mayo de 1958, en la clínica El Cisne, del doctor García Orcoyen, en Chamberí.

Su signo del zodíaco es Tauro; su metal predilecto, el oro; su piedra preciosa, el brillante. Su escritor, Harold Robbins. Y, en un alarde de coherencia, su personaje histórico favorito, Agustina de Aragón.

Ha sido, desde siempre, una niña polémica, quizás más que sus hermanos, que se limitan a ser gente sana y desconcertada de esta época. Lolita parece haber heredado las esencias, incluso aquellas que sus ancestros no tuvieron. Cuando su madre declaraba a los cuatro vientos que ella había sido siempre socialista -ella sabrá cómo y por qué-, Lolita se confesaba "de derechas de toda la vida" y no ocultaba su admiración por Blas Piñar ni sus carnes de gallina cuando escuchaba el Cara al sol.

Ha hecho alguna película, aunque sin éxito, y su verdadero- triunfo Ilegó como cantante, al especializarse en una línea aflamencada-sentimental, de la que resulta especialmente representativa la canción Amooor, amoooor, que tuvo mucha repercusión. Pese a todo, ha sido en América Latina, y sobre todo en México, donde Lolita ha arraigado más en el público.

Sin embargo, es en lo sentimental en donde su vida ha resultado más ajetreada. Víctima, a su más tierna edad, de un amor platónico y sin esperanza por Joan Manuel Serrat, la joven Lolita pronto descubrió, no obstante, que existían otros galanes en derredor. En tiempos en que la pareja formada por el torero Paquirri y Carmina Ordóñez -amiga y compañera de Lolita en aficiones políticas- parecía gozar de una relativa solidez la hija de Lola Flores salía con el playboy Antonio Arribas, frecuentador de las noches marbellíes y -según la estación- madrileñas.

Las parejas se deshicieron y, como en el extranjero, se mezclaron. Lolita empezó a salir con Paquirri y la Ordóñez, con Antonio Arribas, quien, en estos momentos, dicho sea sin ánimo de crear la confusión, está saliendo a su vez con la ex mujer de Iñigo, la pintora brasileña Josette.

El caso es que todo parecía de lo más normal, dentro de un orden del juego de las cuatro esquinas cuando, pataplán, aparece Isabel Pantoja y le quita el novio a la chica. Aquello fue un drama. Lola Flores puso el grito en el cielo y la letra en el Diez Mínutos, con esa entrañable sinceridad que le echa a todo, para decir que eso a su niña no se lo hacía nadie. La niña, muy digna -pero la procesión iba por dentro- tuvo el gesto racial de invitar a la pareja a uno de sus debús en Madrid y de cantarles, cara a cara, una copla significativa que Paquirri e Isabel aguantaron impertérritos y cogiditos de la mano.

Con la cabeza muy alta, Lolita resistió contra viento y marca, tuvo aventuras que no dejaron huella en su corazón -consultar hemeroteca de la prensa del ídem-, flirteó con El Puma ante la envidia de más de una moza y, finalmente, se ha llevado al juzgado a un argentino de 27 años, Guillermo Florindo, de quien se asegura que acumula posibles para tenerla como a una reina.

Y todo eso, una semana antes de que Pantoja y Paquirri se conviertan en marido y mujer por todo lo alto. ¿Terminará aquí la historia? ¿Serán todos felices y comerán perdices? Pondremos, por si acaso, entre comillas un "colorín, colorado".

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