'La última bala', 'western' olvidado

Fue esta la primera película que dirigió James Neilson, un oscuro realizador de televisión que se acercó al cine una docena de veces sin lograr que alguna de sus películas hiciera historia, pero sin recibir tampoco un rechazo violento. De él se habla con tal discreción en los diccionarios de cine que en muchos se ignora su fallecimiento en 1979.Una carrera, pues, sin grandes hallazgos, aunque respetable, fundamentalmente por La última bala, que dirigió en 1957, sustituyendo a Anthony Mann, y que hoy emite Televisión Española.

Un 'western' acertado

Robert Laffont considera que es un western acertado, que mostraba ya las especiales cualidades que Neilson tenía para el género, y Clara Erickson cree que es una película "razonablemente excitante". La anécdota de dos hermanos enfrentados por su distinto concepto de la ley no era ya muy original, pero permitía, como sigue permitiendo, la construcción de un buen entretenimiento.

James Stewart y Audie Murphy son, respectivamente, el bueno y el malo de la aventura, que tiene como decorado la instalación de los raíles del nuevo tren de Colorado, y, por ello, la habitual referencia a los salteadores de caminos con los que el cine norteamericano ha moralizado con frecuencia.

Sin llegar, ni mucho menos, a la radiografia de personajes tan legendarios como Jesse James, La última bala aporta su leve granito a la mitificación de una época donde, según nos contó este cine, la justicia acababa imponiéndose frente a los perturbadores del orden.

Es un mensaje que el tiempo ha desvalorizado, a la vez que ha reducido estas películas menores a su misión de cubrir agradablemente una tarde de sobremesa.