Hugo Sánchez dio el toque de gracia a un Español que desperdició sus ocasiones
EMILIO PÉREZ DE ROZAS, Es mexicano, pero pudiera haber sido holandés como el gran Johan, argentino como El Pelusa o brasileño como el doctor Sócrates. El Atlético todavía parece dudar si quedárselo o no, y mientras unos negocian en México su contratación definitiva, el profesor Aragonés sale en los periódicos gritando que "Hugo es mío". Y es que el manito le puso anoche la guinda al pastel futbolístico que Español y Atlético fabricaron durante los primeros veinte minutos de la segunda parte. Era el minuto 72, cuando Hugo Sánchez se recreó en un balón que le había llegado, tras un avance a trompicones de Votava. Miró en centésimas de segundos hacia el portal de Nkono que, como siempre, estaba ligeramente adelantado. Hugo picó con maestría, el guardameta camerunés -que había realizado paradas de gran mérito- confió en su suerte, hizo vista y el balón entró pausadamente. El manito estrechó a continuación la mano de su míster. Si la tele no hubiese estado allí, sólo tres pericos y el gato hubiéramos podido deleitarnos con esa filigrana. Pero, a veces, TVE acierta y miles de telespectadores, que habían tenido que soportar una primera parte muy sosa, disfrutaron con esa jugada.
El partido de anoche fue, en su primera parte, como dijo Javier Clemente en Antena-3, "una pachanguilla". Luis se decidió a dejar en la caseta a Pedraza, colocando a Clemente de lateral izquierdo e incorporando a Quique en el centro del campo, con lo que el contragolpe atlético ganaba enteros, ya que Quique, Marina y Julio Prieto se incorporaban al ataque con asiduidad, mientras Zúñiga, Márquez y Lauridsen se liaban con los relevos y llegaban siempre tarde a todas partes. Los madrileños parecían conformarse con controlar el partido y esperaban que llegara el golito. Los blanquiazules buscaban la jugada esporádica y soñaban con tiempos mejores.
Los primeros diez minutos de la segunda parte fueron la locura españolista. El ataque a la desesperada que Luis esperó al principio, llegó tras el descanso. Corominas (minutos 46 y 49) remataba a bocajarro a las manos de Mejías y al larguero, y Marañón (54) estrellaba un segundo remate de cabeza en la cepa derecha del portal atlético. Dos minutos después, Votava derribó dentro del área a Arabí, que ya se había adelantado el balón en una internada por la izquierda. Esas grandes oportunidades locales se cerraron con el gol atlético. Así es el fútbol, así es el contragolpe, así es el visitante. Controla, espera y contragolpea.
El poderoso gol de Marina fue contrarrestado, dos minutos después, con un habilidoso tanto de Márquez. Poco antes de que Hugo Sánchez deleitara a media España con su filigrana, Marañón conectó una chilena, a lo gran maestro, que hubiera merecido un premio mejor que el aplauso de cuatro aficionados. Luego, con el 1-2, Maguregui se desgañitó chillando "arriba, arriba", pero a su equipo, como siempre, le fallaron las fuerzas. NiLauridsen ni Zúñiga ni mucho menos Márquez podían inquietar a un Atlético que estaba a punto de lograr su octavo triunfo fuera del Calderón. Y lo logró. Esperemos que, cuando Madrid, Athlétic y Barça resuelvan sus cosas, alguien se acuerde de este Atlético de Julio Prieto, Marina, Clemente, Mejías y compañía, que, por sobrevivir, ha sobrevivido hasta al doctor Cabeza.
De cualquier manera, el técnico Luis parece empeñado en demostrar que su equipo iba para campeón si el campeonato hubiese durado algunas jornadas más. Ayer el traspié blaugrana en Atocha permitió al Atlético de Madrid amenazar ostensiblemente la posición que ahora ocupa el Barcelona, el tercero de la clasificación.
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