"La televisión acaba castigando a quien pretenda gobernarla", dice Sergio Zavoli
Sergio Zavoli, 59 años, escritor y periodista de la Radiotelevisión italiana (RAI) desde hace 36 años, ocupa desde 1980 el máximo cargo de este organismo: la presidencia. Zavolí ha visitado Madrid durante esta semana, en compañía del director general de la RAI, Biagio Agnes -que fueron recibidos en audiencia por el rey Juan Carlos y por el presidente del Gobierno, Felipe González-, para inaugurar la nueva sede de la delegación de la Radiotelevisión Italiana; la Embajada de Italia ofreció, con este motivo, una recepción, en la que se estrenó en España la última película de Franco Zeffirelli, coproducida por la RAI, la ópera La Traviata, de Verdi. Zavoli, militante socialista, se proclama defensor de la televisión pública y de su independencia frente al Gobierno. El pluralismo y la objetividad alejan, dice, el deseo de tener televisiones privadas.
Comenzó como cronista deportivo y pasó a dirigir programas de opinión, documentales encuestas, el telediario y servicios informativos de la RAI, que le valieron algunos de los más importantes premios de la comunicación audiovisual: obtuvo en dos ocasiones el Premio Italia, el Saint Vicént, el Marconi, y el de la Crítica en el Festival de Televisión de Cannes. Sus numerosos libros y ensayos fueron galardonados, entre otros, con los premios Campione, Estense y Bancarella. Fundó junto a Cesare Zavattini, en los años cincuenta, lo que en Italia se bautizó como neorealismo radiofiónico y la Scuola del Documentario Italiano.Pregunta. Usted ha escrito, citando a McLuhan, que la televisión es el "más ingobernable de los poderes que gobiernan al mundo" (EL PAIS, 25 de octubre de 1981). ¿Cómo considera hoy la ingobernabilidad de una empresa.pública de radiotelevisión y en qué sentido gobierna este poder?
Respuesta. Creo que la televisión acaba cástigando a quien pretenda gobernarla. La televisión no se deja usar impunemente. Quien la violenta, paga esa violencia. Quiero decir que el medio es todavía más fuerte que su mensaje.
P. ¿Se refiere usted a la experiencia italiana?
R. Pienso que puede suceder así en todas partes. Pienso también en España, en su televisión pública, en el peligro de que le nazcan alrededor, como sucedió en Italia, emisoras privadas.
P. ¿Qué defensa tiene entonces la televisión pública?
R. Sólo existe una manera de defenderse: el pluralismo, la objetividad, la información completa. Si no se garantizan estos valores, entonces se están preparando las coartadas para otros. Me parece que Televisión Española ha comprendido que con la televisión se puede ilustrar y defender una línea política, pero no imponerla. Y está cumpliendo bien su trabajo. La televisión, además, debe. salvaguardar algo más que los intereses de una parte. La política es convivencia. Si los socialistas prosiguen en esta creencia, la televisión pública no podrá fracasar y la sociedad española no echará de men os algo distinto.
P. Sin embargo -y usted lo sabe también, en cuanto militante socialista-, uno de los grandes reproches que se hacen a la RAI es su lottizzazione o reparto político de cargos, plantillas y programas.
R. Así es. No hay otra forma de garantizar el pluralismo, porque los partidos son la, ínstitución que está en el centro mismo de la democracia. Lo importante no es el carné de partido. El carné no es un valor. Lo importante es que el carné vaya acompañado de la profesionalidad. Yo, por lo demás, no creo que existan periodistas que no practican la política. El periodista es un mediador entre los hechos y la opinión pública. El trabajo del periodista consiste precisamente en ser objetivo, veraz y defensor del pluralismo.
P. ¿Cuál es la principal preocupación del presidente de la RAI?
R. Es la preocupación de cualquier dirigente de un servicio publico cuyos objetivos son la información, la cultura,y el espectáculo. Se trata, por tanto, de ofrecer una información plural, completa y puntual. De ofrecer programas culturales en la acepción más amplia del término, es decir, en constante relación con todas las fuerzas vivas de cualquier disciplina y de cualquier pais. De ofrecer un espectáculo que no sea banal, que divierta y sea capaz de satisfacer a un público amplio pero diferenciado. Y todo esto debe realizarse con el máximo nivel posible de profesionalidad y con gran transparencia.
P. ¿Cuáles son las relaciones entre el vértice directivo de la RAI, el consejo de administración y la comisión parlamentaria?
R. Es muy complejo describirlas. En síntesis, la comisión parlamentaria tiene cometidos de orientación y vigilancia. La ley de reforma de 1975 confiere al consejo de administración un papel relevante: define las líneas estratégicas y operativas, aprueba los presupuestos, balances y programación y nombra a los directivos. Estos últimos constituyen, bajo la guía del director general, el armazón de la RAI y aseguran su buen funcionamienta. Se trata de relaciones muy complejas y articuladas que la práctica de cada día va poniendo a punto. Las normas escritas, que frecuentemente no son perfectas, no logran regular estas relaciones de la mejor manera posible. El problema más importante es, tal vez, asegurar una géltión más ágil y que pueda, por tanto, competir en este terreno con las ennsoras privadas sin lazos de cualquier tipo.
P. ¿Qué piensa de la coexistencia entre la televisión pública ylas telengisiones privadas?
R. Desgraciadamente, las relaciones entre ambas, en ltalia, se mueven dentro de un sistema que carece de reglamentación. La persistente ausencia de una ley que regule las televisiones privadas ha provocado y sigue provocando confusión, daños y derroches de recursos. Y esto daña, principalmente, al servicio público, al que el legislador tendrá que reconocer el papel que desempeña en favor de los intereses de la comunidad nacional, en defensa de los valores culturales y cívicos en los que tiene que reconocerse la sociedad.
P. ¿Qué previsiones tiene la RAI en las nuevas tecnologías de televisión y, sobre todo, en la radiodifusión directa por satélite?
R. Las previsiones son difíciles, incluso cuando estamos a la puerta del año 2000. Siempre puede llegar una innovación que puede obligarnos a replantearlo todo. El satélite, por una parte, ampliará los horizontes y las fronteras serán cada vez más anacránicas. Pero se corre el peligro, por otra parte, de allanar y de uniformar, reduciendo los espacios creativos, las identidades culturales y el pluralismo de la información. Esto nos hace pensar en Orwell. Será necesario un gran esfuerzo supranacional para obtener auténticas ventajas de la nueva época que abrirá la televisión por satélite.
P. ¿Cómo valora la experiencia del tercer canal regional de la televisión italiana?
R. El tercer canal ha sido penalizado por un apresurado, comienzo de las emisiones. No es que haya comenzado demasiado pronto. Debería haber, comenzadd bastante antes, pero arrancó sin la preparación adecuada, bajo el empuje del improvisado crecimiento de las emisoras privadas locales.
P. La RAI se ha distingüido durante estos últimos años por su colaboración con la industria italiana del cine y ha financiado y coproducido algunas de sus mejores películas. ¿En qué situación se encuentran las relaciones entre cine y televisión?
R. Se puede decir que el cine y la televisión son dos parientes que han. vuelto a encontrarse después de alguna incomprensión y de algún que otro roce. La colaboración, y en ciertos casos la integración, es obligatoria si se quieren hacer buenas producciones tanto para la grande como para la pequeña pantalla. Creo que precisamente el éxito de algunos filmes realizadeis por la RAI, que han cosechado premios y aplausos en todo el mundo, ha contribuido de forma decisiva a mejorar las relaciones entre cine y televisión.
P. Usted ha mantenido contactos estos días con directivos de RTVE. ¿Cuál es su opinión sobre las relaciones con TVE?
R. La RAI siempre ha estado abierta al régimen de intercambios y coproducciones. Y deberá estarlo cada vez más. Las relaciones con la radio y la televisión spañolas vienen de antiguo y son muy cordiales. Me agrada saber, por lo que me ha dicho José María Calviño, que el público español aprecia el valor cultural y espectacular de nuestras producciones.
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