Extraño retorno de Alan Jones
El piloto australiano Alan Jones, campeón del mundo de Fórmula 1 en 1980 y retirado el pasado año, parece decidido a volver a la competición activa al más alto nivel. Sólo una temporada de aislamiento en su granja australiana le ha bastado para cansarse de no hacer nada. Aún no recuperado de una caída de caballo que le ocasionó una fractura en el fémur izquierdo -"no importa, es la pierna del embrague"-, pretende el retorno al circo en un equipo modesto, pero siempre que haya mucho dinero a cambio. Para un luchador como Alan Jones, sus 36 años de edad no son un obstáculo demasiado grande para la vuelta.
Alan Jones se retiró cansado del esfuerzo psíquico que exige el mantenerse en los puestos de cabeza de la Fórmula 1. Alcanzó el título de campeón del mundo en 1980, con un sorprendente coche construido por Frank Williams -casi un oscuro mercenario del deporte hasta entonces- y patrocinado con el dinero de los árabes. Un año después, pese al relajamiento que suelen tenerlos pilotos después de conseguir el titulo mundial -agravado por las exigencias sociales que supone ser el campeón en título-, el australiano se mantuvo siempre entre los puestos de cabeza. Hasta el punto que, de no ser por la desobediencia de su compañero de equipo, el argentino Reutemann, incluso podría haber renovado su título, que, finalmente, conquistó el brasileño Piquet.Cansado de las disputas internas con Reutemann, molesto con el director-propietario del equipo, su amigo de tantos años Frank Williams, y harto de las disputas entre la Federación Internacional, FISA, y la Asociación de Constructores de Fórmula 1, FOCA, con los pilotos po medio, Jones lo dejó todo y se marchó a su finca de Australia.
Sin embargo, Alan Jones es demasiado luchador para optar por ese tipo de vida a los 35 años de edad. La pasión por las carreras le ha podido. Después de un año de vida en esas condiciones, el australiano ha decidido volver. Antes de eso, hace unos meses, Alan Jones había rechazado una oferta del equipo italiano Ferrari para cubrir la baja del francés Piron¡, que sufrió un accidente en los entrenamientos del Gran Premio de Austria, del que seguramente no podrá recuperarse para la competición.
Una vez tomada la decisión, Alan Jones llamó a Frank Williams. Su idea era hacer equipo con el finlandés Keke Rosberg, actual campeón del mundo. El irlandés Derek Daly, sustituto de Carlos Reutemann tras la repentina marcha del argentino una vez iniciada la temporada pasada, no había dado el resultado esperado. Pero, para desgracia de Jones, justamente un día antes de su llamada Frank Williams había llegado a un acuerdo con el francés Jacques Laffite. Y para estropear aún más las cosas, llegó su caída de un caballo, que le costó la fractura de la cabeza del fémur de la pierna izquierda, aunque no truncó su deseo de volver a las carreras.
Casi todos los demás equipos punteros estaban ya completos. Su única posibilidad era la de recurrir a un equipo modesto, al que la presencia de una figura como Alan Jones supusiese una importante entrada de dinero por la vía publicitaria. Porque el australiano quería volver, pero a cambio de mucho dinero. Y si no podía correr con un coche con el que poder aspirar a los puestos de honor -lo que suele traducirse en dinero-, tendría que ser a cambio de más dinero.
La escudería Arrows fue la elegida. Para darles tiempo a vender su nombre y, al mismo tiempo, recuperarse él de su fractura en la pierna izquierda, se decidió que su vuelta -siempre condicionada a la consecución del dinero- fuera en el Gran Premio de Francia, mediado el próximo mes de abril. Algo debe haber forzado las cosas para que, con gran precipitación, sin estar aún totalmente recuperado -le quitaron la escayola hace diez días-, Alan Jones pretenda volver a la competición este domingo, en el Gran Premio de Long Beach, en Estados Unidos, una carrera en un circuito urbano, donde la diferencia de mecánica con los coches de primera línea no será tan grande, y donde la falta de forma física y técnica no se notará demasiado.
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