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El reajuste del sistema monetario europeo

Francia seguirá una rigurosa política económica para superar la actual crisis

El reajuste elaborado en Bruselas ayer entre los miembros del sistema monetario europeo (SME) conlleva para Francia una política económica que, en principio, sería mucho más rigurosa que la practicada por el Gobierno socialista desde el pasado verano. La formación del nuevo Gobierno y la intervención del presidente, François Mitterrand, en la televisión el miércoles por la noche definirán las líneas maestras de la gestión económica con la que el socialismo a la francesa, tras dos años de experiencia más que interrogante, jugará la carta decisiva que, dentro de tres años, le colocará ante unas elecciones legislativas que juzgarán su eficacia.

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El ministro de Economía, Jacques Delors, al término de la reunión de Bruselas, que concluyó el acuerdo monetario, valoré como bueno el compromiso que revaloriza el marco alemán en un 5,5% y devalúa el franco en un 2,5%. Los medios políticos de la oposición al Gobierno socialista se aprecia el que Francia se haya mantenido en el SME, pero consideran que "la política económica socialista ha fracasado". Por el contrario, los que en el interior de la mayoría auque en el interior de la mayoría gubernamental hubiesen preferido lo contrario, tildan de semimedidas al reajuste operado y encajan a regañadientes este final del drama monetario de los últimos días. En Bruselas "ha triunfado la línea Delors", se estima aquí. Y, con ella, ha triunfado una concepción comunitaria política y económica. En el plano político, la primera piedra de toque, sobre el terreno, será el comportamiento del tándem Francia-República Federal de Alemania. Su pulso monetario ha dejado al descubierto que, en el momento actual, los desacuerdos graves, tal como los calificó el ministro francés de Economía, Delors, son numerosos y esenciales.Económicamente, las relaciones franco-alemanas quedan definidas al recordar que cada uno de los países es el primer cliente del otro. Por ello, las autoridades de Bonn han cedido lo necesario para evitar el infierno económico, comercial y monetario que supondría una Francia fuera del SME, con el franco flotante.

Pero en contrapartida, para evitar la repetición regular de los reajustes del SME en lo que la RFA se considera el pagano, parece ser que el Gobierno del canciller Helmut Khol ha exigido condiciones draconianas al Gobierno de París, financieras, presupuestarias y sociales. Por ello, en espera del anuncio de la nueva política económica, que Delors ha dicho que ya tenía preparada, todos aguardan en este país que el rigor del último año dará un paso más para acercarse a las fronteras de la austeridad, noción que los socialistas rechazan porque conlleva recortes sociales considerados como impropios de un Gobierno de izquierdas.

De cualquier manera, el mantenimiento en el SME de la divisa francesa, dicta prácticamente una política económica destinada a luchar contra todos los desequilibrios fundamentales: endeudamiento (las cifras, según quien las ofrezca, oscilan entre 80.000 y 300.000 millones de francos), inflación (10%), déficit presupuestario (más de 100.000 millones de francos) y, sobre todo, batalla sin respiro contra el mal número uno de la economía francesa: los 93.000 millones de déficit del comercio exterior. El consenso aquí es total.

Ayer, en la capital francesa, comentando las posibles consecuencias de la tercera devaluación del franco en dos años de miterrandismo, se caricaturizaba el problema diciendo que a Mitterrand sólo le quedan dos soluciones, "o ser la Thacher o admitir que, no tardando, se haga cargo de la economía francesa el Fondo Monetario Internacional".

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