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Reportaje:

Sylvie Jerome, de veintitrés años, la más joven alcaldesa de Francia

La imagen enternecedora de Sylvie Jerome, lozana señorita de veintitrés años de edad, con un cordero lechal en sus brazos, es la tarjeta de visita que les ha descubierto a los franceses su alcaldesa más joven. En los últimos comicios municipales, el feminismo, el antisexismo, la igualdad de hombres y mujeres hicieron su labor en Francia: el número de concejalas se ha doblado prácticamente, al pasar de 38.589 a 70.854, lo que representa el 14% del planeta municipal galo. Como Sylvie, la mitad de esas señoras son de derechas, y la otra mitad socialistas o comunistas.

Sylvie, por teléfono da la impresión de derretirse de gusto desde que su cara redonda de niña, copiada de un nuevo neorrealismo, ilustra las páginas de los periódicos. Sylvie nació en Chauffecourt, un minipueblo de diecinueve habitantes del Este francés, del que ahora es la alcaldesa. La cosa la hincha de satisfacción, tal como ella misma lo explica: "La alcaldesa saliente era mi madre, y un día, sin que yo supiese nada, nos reunimos los habitantes del pueblo y ella dijo que yo debería sucederla. Y a todos les pareció bien. Fue una sorpresa agradable para mí".En Chauffecourt no hay escuela, ni médico, ni cura. Sylvie, de pequeña, se ilustró con el maestro de un pueblo cercano, Mirecourt, y coqueteó un par de años con los estudios secundarios, "pero de repente tuve la idea de dejarlo todo y me puse a trabajar con mis padres, que crían vacas y corderos, y son también un poco agricultores". Y así nació la pastora- agricultora destinada a ser la alcaldesa de diecinueve personas. "En 1981", dice la moza, "tomé la decisión de establecerme por mi cuenta, pero antes obtuve un diploma agrícola para especializarme en la cría de la raza bovina. Y ahora cuido mis corderos y, cuando tengo algún tiempo libre, ayudo a mis padres. Me hubiese gustado ser veterinaria, pero, al fin y al cabo, lo que hago se parece un poco y estoy contenta". Tanta labor no le impide a Sylvie irse de juerga los sábados por la noche a las discotecas de otros pueblos.

Una habitación sin teléfono

"Además, aquí se conservan las fiestas de antes", advierte. La administración del pueblo no parece asustarle a la nueva alcaldesa. El ayuntamiento es, simplemente, una habitación, sin teléfono, "pero tengo teléfono en casa", anota la señorita. Su campaña electoral fue simple, sin grandes proyectos "ni política, porque aquí no se hace política". Además, cuando ocurre algo raro va a ver a los vecinos, les cuenta su historia y todo se revuelve.La alcaldesa aún es soltera, pero cuando llegue el momento tendré que casarme. Eso no me disgustaría". Y asegura que volverá a París, donde ya estuvo en dos ocasiones.

También pasó vacaciones en España, Italia y Austria. Lee de cuando en cuando un periódico regional, Liberte de L'Est; escucha la radio; la televisión no la alucina; no ha oído hablar mucho del feminismo, "pero claro que las mujeres tenemos el mismo derecho que los hombres", exclama Sylvie, que se presentó a alcaldesa por libre.

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