_
_
_
_
Reportaje:

José Luis Corcuera, un sindicalista que hace temblar a los ministros

Dicen que más de un ministro del actual Gabinete tiembla cuando José Luis Corcuera, secretario de acción reivindicativa de la Unión General de Trabajadores (UGT), está al teléfono y que, antes de tomar una decisión relacionada con el sector del metal, se tiene muy en cuenta lo que puede opinar este hombre de 37 años, casado y con dos hijas, que hace ya nueve años, de la mano del actual alcalde de Sestao, Santiago Llanos, ingresó en el PSOE y en la UGT. Todas las especulaciones apuntan a que será el próximo secretario general del sindicato, cuando Nicolás Redondo pase a ocupar esa posible presidencia que algunos creen necesario instituir.

Nació en un pueblo de Burgos, pero ha vivido prácticamente siempre en Vizcaya. Por eso, aunque no sea vasco de nacimiento, forma, con Nicolás Redondo, Antón Saracibar, José María Zuflaur y Juan Mazarrasa, la denominada vasca dé UGT. A los catorce años ingresó en la escuela de aprendices de Altos Hornos del Mediterráneo, de donde salió hacía 1976 para dedicarse de pleno a la actividad sindical. Hoy es diputado socialista por Vizcaya y secretario de acción reivindicativa de UGT, además de miembro del comité federal del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).Guarda un recuerdo entrañable de su primer encuentro con dos viejos metalúrgicos que marcarían su futuro sindical, Ramón Rubial y Nicolás Redondo. Cuando, a principios de los años setenta, el joven oficial electricista de Altos Hornos de Vizcaya que era entonces José Luis Corcuera conoció a estos dos hombres no podía imaginarse vistiendo un traje gris, aprisionado su cuello por una siempre molesta corbata y sentado en el Congreso.

Pero ahí está, nueve años después, este hombre, de humor socarrón y un tanto hiriente, compaginando las tareas de la secretaría de acción reivindicativa de UGT con las sesiones parlamentarias. Ahora Corcuera se encuentra metido en una espiral de reuniones y entrevistas, negociaciones y comidas con la gente más dispar. Cada vez con menos tiempo para poder pasar algún fin de semana con la familia o para echar alguna partida de pelota a mano. De vez en cuando, cada vez más de tarde en tarde, logra escabullirse el tiempo necesario para dar largos paseos en bicicleta por los alrededores de Majadahonda, en Madrid.

José Luis Corcuera se integró en UGT-Metal; en 1977 fue elegido secretario de organización de esta federación, y secretario general un año después. Nunca estuvo en la cárcel, tal vez porque tenía una especial habilidad para ausentarse de su domicilio cuantas veces fue a buscarle la policía. Cuando pasó a la situación de liberado ganaba unas 35.000 pesetas mensuales -"de las de entonces"- como oficial electricista y "algo perdí con el cambio". Después vendría el Congreso de UGT, en 1980, y su elección como secretario de acción reivindicativa de la UGT.

No alcanzó el sillón

Su nuevo cargo le obligó a abandonar Portugalete y trasladarse, con familia y equipaje, a Madrid. Cuando se produjo el triunfo electoral del PSOE muchos apostaron por José Luis Corcuera como seguro ministro de Trabajo. La intransigencia de Nicolás Redondo evitó que ningún miembro de la ejecutiva del sindicato pasara a formar parte del actual Gabinete, y desbarató una operación que podría haber culminado con un electricista sentado en el sillón de los Nuevos Ministerios. Corcuera, cuando se le habla de eso, sonríe y, niega que haya algo de verdad en tantas especulaciones, "porque yo nunca me he visto como ministro".Puesto a elegir entre partido y sindicato, posiblemente se inclinaría por su vertiente sindicalista. De hecho, afirma que dedica el mayor esfuerzo al trabajo sindical. En estos momentos interviene en las negociaciones de los planes de reconversión de la siderurgia, tema que conoce y en el que ya es perro viejo -también participó muy activamente en los acuerdos de 1981- .Tiene fama de interlocutor incansable, tenaz y difícil, ganada en cuantos pactos y acuerdos ha intervenido. Sus compañeros de sindicato temen sus salidas aíradas cuando se cuestiona su fibra sindical y recuerdan la ocasión en que retó a otro cuadro ugetista a mantener en la calle la insinuación de "su despegue de la base".

Él mismo confiesa que de cada negociación ha aprendido algo y que las duras y complicadas reuniones del ANE "fueron todo un curso de Universidad. Aprendí economía por un tubo". Algún día, asegura, volverá a Portugalete. "Aún no he renunciado a ello".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_