La baja del petróleo

La baja del petróleo es ya un hecho. En unos 100.000 millones de pesetas se calcula lo que representará para España. Notable ahorro, siempre que no siga el descenso de la peseta, pues lo ganado por un lado, se perdería en la compra del dólar, que, en poco más de un año, nos cuesta un 30% más.De todos modos, y aunque sólo sea por el efecto psicológico, saber que, de momento, no vamos a en cararnos con nuevas carestías de crudo -tal como venía siendo la norma estos últimos años- ya su pone un gran alivio. Han hecho bien, no obstante, las autoridades económicas en no caer en un exagerado optimismo y en presentar las perspectivas con cautela.

En primer término, porque la misma tendencia a la baja entraña riesgos, para la economía de los países productores y, consecuentemente, para el comercio internacional que pueden repercutir en el deterioro de ciertos intercambios.

Asimismo, los expertos más avisados recuerdan que toda política energética a largo plazo debe evitar futuros sobresaltos. La baja experimentada estos días no debiera inducir a la renuncia de los planes de ahorro diseñados y, menos aún, al desarrollo de recursos alternativos. Lo sucedido en los años 1974 y 1979-1980 debe servirnos de lección para no caer en nuevos y súbitos déficit de la balanza de pagos y en ruinosas espirales inflacionistas.