Polémica sobre la custodia de las llaves de la verja de Gibraltar
Las llaves de la verja fronteriza con Gibraltar han sido objeto de fuerte polémica desde el pasado 15 de diciembre. Está en discusión quién debe guardarlas y custodiarlas, si la Guardia Civil, la administración de Aduanas o la policía. El gobernador gaditano ha trasladado una orden expresa, según instrucciones del Ministerio del Interior, en el sentido de que se entreguen al comisario, pero no le han hecho caso.La discusión empezó el día de la apertura. Todo el mundo se creía con el derecho, y el deber, de descorrer los cerrojos después de abrir el candado que permaneció cerrado trece años. El "salir en la tele se convirtió en una lucha casi titánica por parte de algunos miembros de la Guardia Civil, administración de Aduanas, políticos, autoridades y policía. De acuerdo con el decreto del Ministerio del Interior de 9 de diciembre de 1982, la solución no fue válida, pues la abrió un funcionario que no pertenece ni siquiera a este Ministerio: Carlos Pozas, el administrador de Aduana. Y mal puede tener jurisdicción un inspector-administrador de Aduanas sobre una frontera que no es tal frontera, sino un puesto de policía y control. Por otra parte, y esto es anecdótico, las dependencias aduaneras están magníficamente instaladas, incluso con un gran barracón, a la espalda del Banco Exterior, que sólo se usa para alojar a cuatro perros, que servirán en su día para los registros.
La orden del gobernador
Desde la comisaría linense se trasladó a la administración-inspección de Aduanas la orden, que no admite dudas, del gobernador, instando a la entrega de las tan llevadas y traídas llaves, pero Carlos Pozas, responsable del puesto aduanero, espera recibir la orden de su superioridad, que nada tiene que ver con el Ministerio del Interior.Mientras tanto, la no tenencia de las llaves por quienes están a cargo del puesto de policía y control, sigue originando problemas en los casos de emergencia. Toda la ciudad linense recuerda el trágico incendio en una torre de la avenida de María Guerrero, en Año Nuevo, que costó la vida a uno de los vecinos. Los bomberos de Gibraltar, a pie de frontera, aguardaban que se pudiesen abrir las puertas centrales para acudir en ayuda del servicio contraincendios local. Se perdieron unos minutos preciosos porque nadie sacaba las dichosas llaves, hasta que un funcionario decidió responsabilizarse y echar mano del llavero, comunicándolo después. Esos minutos pueden ser decisivos en casos de traslado de enfermos en una u otra dirección o en emergencias de todo tipo.
La opinión pública, conocedora del tema por las inevitables filtraciones de uno y otro lado, ha puesto en copla el problema con esta letra:, "¿Dónde están las llaves, matarile, rile, rile? ¡Entre todos y ninguno, matarile, rile, ron!".
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