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Los porteros Agustín y Bordon determinaron el resultado

Luis Gómez

ENVIADO ESPECIAL El resultado del Inter-Real Madrid lo pusieron los guardametas. Todas las elocubraciones previas de ambos técnicos, Di Stéfano y Marchesi, se rompieron bajo la acción de ambos porteros, Agustín y Bordon, que protagonizaron las dos jugadas claves del encuentro. Ni centrocampistas, ni cerebros, ni marcajes, ni sistemas tácticos. Cuando los porteros fallan estrepitosamente no hay técnica que valga. Para fortuna del Real Madrid, ayer el Inter no pudo superar el fallo de su portero.

Los espectadores locales presenciaron ayer un partido mediocre de Recopa de Europa. Nada parecido a las glorias futbolísticas que pasearon en décadas ya algo lejanas Real Madrid e Inter de Milán. Ayer, ni siquiera el equipo de casa intentó jugar con tres delanteros, hecho que pagó muy caro. El Real Madrid se limitó a guardar el tipo con permiso de Agustín. El Inter, flojo en ataque, inquietó poco y se desplomó cuando mejor estaba jugando en la segunda parte. El resultado final es plenamente satisfactorio para las aspiraciones madridistas.

Juanito reclamó a sus centrocampistas, durante algunas fases del primer tiempo, balones en mayor disposición de juego. Tenía algo de razón, pero, quizás, y con mayor motivo, los jugadores madridistas deberían exigirle al guardameta Agustín que dejara ciertas tonterías para los entrenamientos.

Ayer, la jugada del primer tiempo la protagonizó el portero madridista, que regaló un gol al equipo contrario de la forma más tonta. Los defensas madridistas tuvieron, también en otra jugada, que vigilar a su guardameta bajo la duda de que pudiera cometer otra torpeza.

Agustín no quiso salir a tapar puerta en un balón que cogió el alemán Muller porque entendió que estaba en fuera de juego. El árbitro no señaló nada y Muller anduvo lento. Camacho fue más expeditivo.

Los aficionados italianos nunca le reprocharán esta jugada al colegiado turco Takot que, evidentemente, señaló el lanzamiento de un tiro indirecto. Oriali dio un golpe débil a la pelota, que pasó la barrera y se dirigió a las manos de Agustín, el cual se molestó en saltar por encima de ella. Total que fue gol, un regalo de Agustín que el Inter se lo agradecerá. Porque en la primera parte el equipo local no inquietó excesivamente la portería madridista.

Di Stéfano pretendió dominar tácticamente el encuentro y sacar provecho de la poca fuerza ofensiva del Inter de Milán, dado que el conjunto italiano juega sólo con dos delanteros natos en su propio campo. Marcajes fijos para Altobelli (Bonet) y Juary (San José) y cinco hombres deambulando por el centro del campo con vigilancia zonal.

El Inter demostró escasa entidad para hacer algo notable en la Recopa. Dada la ventaja ofrecida por el guardameta rival, los jugadores locales no fueron capaces de iniciar una presión aprovechando el lógico desconcierto madridista. El juego transcurrió en el centro del campo sin acciones dignas de mención, lo que convenía al Real Madid. Bien es cierto que los jugadores madridistas no consiguieron crear un juego de cierta dignidad ofensiva. Apenas tres disparos muy lejanos a la portería de Bordon en la primera parte. La segunda jugada clave llegó en el momento ideal para las aspiraciones madridistas. La pifia de Bordon apagó el ánimo del Inter en tal modo que el Real Madrid pudo entonces dominar el encuentro con sorprendente facilidad.

Puede afirmarse que el Inter no superó este golpe. Así, en la última media hora, sólo existió el Real Madrid, cuyos jugadores pudieron sobar el balón cuanto quisieron, sin la menor oposición. Di Stéfano sólo podrá sacar la conclusión de que el conjunto italiano guarda en sus botas bastantes grados de impotencia futbolística.

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