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Unos comicios decisivos para Europa occidental / 1

Los liberales de Hans Dietrich Genscher, confiados ante las elecciones de la RFA

ENVIADO ESPECIALGenscher reencontró la sonrisa perdida. Después de varios meses de crisis, en los que aguantó fuertes ataques por la forma en que realizó el cambio de coalición en Bonn, este político de pura sangre siente que el viento empieza a soplarle favorablemente.

En la tarde del pasado lunes Genscher liquidó en cinco horas tres mítines en tres pequeñas ciudades de Franconia, el Estado federado de Baviera. La campaña electoral en invierno tiene un aire atípico. Las reuniones se celebran en locales cerrados. En Bamberg, Coburgo y Schweinfurt, los recintos escogidos por el FDP para sus mítines tienen el denominador común de su aspecto inhóspito, una mezcla de sala parroquial y cine de posguerra, con estucos y horribles cortinones.

Todo transcurre con arreglo al mismo ritual: música de marcha para animar la espera, Genscher llega con un cuarto de hora de retraso, pronuncia un discurso de unos tres cuartos de hora y se despide con la frase de que le gustaría mucho quedarse pero tiene que seguir la campaña electoral y las funciones de Gobierno en Bonn.

Genscher se presenta jovial y relajado, animado por las encuestas, que pronostican que en los próximos días el FDP registrará una subida que le permitirá entrar cómodamente en el futuro Bundestag. El dirigente liberal espera un resultado entre el 6% y el 7% y está convencido de que, si los votos del FDP son necesarios para asegurar la mayoría de la coalición con los democristianos (CDU-CSU), él continuará al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores y Franz Josef Strauss seguirá en Munich como presidente de Gobierno del Estado libre de Baviera

El segundo voto

En los muros de las salas donde interviene Genscher cuelgan carteles con los colores amarillo y azul del FDP y sus eslóganes electorales: "La libertad exige valor",'Alemania necesita a los liberales" y "Para que las cosas no se tuerzan, su segundo voto para el FDP". Esta consigna, la petición del segundo voto para el FDP, constituye el punto culminante del discurso de Genscher.

El mecanismo electoral de la RFA concede dos votos a cada elector: el primero para la persona de un diputado del distrito y el segundo para la lista cerrada de un partido. Es posible repartir y dar el primer voto al diputado de un partido y el segundo a la lista de otro partido diferente.

Los liberales piden el segundo voto, que es el que determina el porcentaje de diputados en el Bundestag. Genscher pide abiertamente el segundo voto e insinúa que se dé el primero a la CDU o CSU "para asegurar la coalición de centro".

Al final de su discurso, Genscher apela a hacer un uso inteligente del voto, levanta dos dedos en señal de victoria y dice: "Este signo significa no sólo victoria, sino también que hay que dar el segundo voto al FDP".

La campaña de los liberales parece tener éxito y el partido consigue apoyo en los sectores conservadores de la población, los bien situados económicamente, que temen perder sus privilegios, bien defendidos por Genscher y el ministro federal de Economía, el conde Otto Lambsdorff.

En sus mítines en las tres ciudades de Franconia no aparece ninguno de los elementos ideológicos del liberalismo progresista. Tampoco hace Genscher la menor mención al cambio habido en Bonn ni alude a su socio, el canciller democristiano Helmut KohI.

Genscher centra su argumentación en la necesidad de defender la economía de mercado y la vinculación a la alianza occidental. El orador asegura que la economía empieza a recuperarse y argumenta que se ha conseguido rebajar los intereses, que la inflación se reducirá este año por debajo del 4%, que la balanza de pagos es positiva y que se advierte un incremento de actividad en la construcción.

Del público llega una pregunta: "Y los parados, ¿qué?". Genscher asegura que la mejora de la economía tarda en repercutir sobre el mercado de trabajo, pero añade que los efectos beneficiosos se notarán pronto. Apenas hay controversia por parte del auditorio. Al comienzo de la campaña electoral, de vez en cuando surgían algunos gritos de "¡Judas!", por su traición a la coalición con los socialdemócratas; pero ahora sólo una o dos veces se levanta alguna voz, que irrita a Genscher, el cual reacciona con gesto molesto.

Antes de llegar a Coburgo, Genscher manda parar su coche y la escolta al borde de la carretera, en una zona de aparcamiento, para no llegar demasiado pronto. Desde Bonn le dan por teléfono las últimas novedades, conversa con un periodista y diez minutos después hace su entrada en el recinto previsto para la reunión, entre los aplausos de las seiscientas personas que acuden por término medio a cada uno de sus mítines.

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