Apoyo de expertos latinoamericanos a la formalización de una comunidad hispánica de naciones

Expertos latinoamericanos reclaman una acción española decidida y autónoma en aquel subcontinente y se muestran firmes partidarios de formalizar, paso a paso, una comunidad hispánica de naciones, que llegue a pesar en el sistema internacional en proporción a sus verdaderas dimensiones. La hipótesis de una cooperación hispanofrancesa en esa área sólo es aceptada en casos puntuales, pero hay un rechazo a cualquier planteamiento generalizado, bajo un supuesto que consideran indeseable.Una veintena de filósofos, sociólogos, economistas; e historiadores, entre los que figuran Mario Bunge, Jorge Balán, Germán Carrera, Carlos Filgueira, Manuel Moreno Fraginals, Raúl Prebisch, Felipe Herrera, Domingo Rivarola, Frank Moya, Nicolás Sánchez Albornoz, Ignacio Sotelo, Xavier Rubert de Ventós y Angel Viñas, que tenían en muchos casos su primer contacto con autoridades españolas, brindaron su esperanzada contribución a unas jornadas dedicadas al estudio de las realidades y perspectivas de la política exterior en América Latina, celebradas en el palacio de Fuensalida (Toledo).

En los comentarios de los asistentes destacaba el parecer común de los latinoamericanos y su temor a que las divisiones internas percibidas en sus anfitriones, vencidos en algunos casos hacia una propensión atlantista, debilite la acción que reclaman de España.

Los expertos en ciencias sociales, latinoamericanos y españoles, convocados en Toledo por el Ministerio de Asuntos Exteriores del 21 al 23 de febrero pasado han analizado el estado de las relaciones con esos países, desde la oportunidad histórica que supone el proceso democratizador y el cambio político encarnado en el Gobierno socialista de Felipe González. El ministro Fernando Morán, el presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), Luis Yáñez; el director general de Cooperación Técnica Internacional, José Luis Pardos, y el director general de Política para Iberoamérica, Carlos Miranda, pudieron así escuchar en directo el punto de vista de los participantes, invitados sin orden del día previo, y seguir el curso de unas reflexiones intelectuales y políticas capaces de suministrar valiosos elementos en la nueva definición exterior española.

Intensificar la labor del ICI

Los reunidos, según expresaron en un comunicado de prensa, apreciaron la conveniencia de reorientar las relaciones de España con los países latinoamericanos, conectarlas con la dinámica de las transformaciones políticas, económicas y sociales, e intensificar los contactos entre las comunidades científicas y las sociedades de esa área geográfica y cultural.Entre las principales propuestas formuladas en Toledo figuran las de intensificar la labor del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), articular la creación de un Instituto de Estudios Avanzados, montar proyectos conjuntos entre ciudades y dotar cátedras gemelas que, en universidades y centros de investigación seleccionados, contribuyan a difundir el conocimiento mutuo en el campo de las ciencias sociales, donde los países latinoamericanos están construyendo un pensamiento propio y autónomo.

Otra sugerencia de los participantes fue la de mejorar la política de formación de nuevas generaciones y promover su movilidad entre los distintos países. Se estudió también la posibilidad de crear grupos de trabajo permanentes sobre los problemas de la creatividad intelectual, cultural, científica y tecnológica en América Latina, y España, y la conveniencia de perfeccionar la participación española en los organismos de cooperación latinoamericanos. Las recomendaciones de Toledo incluyen la ampliación del círculo de destinatarios a que se dirige la acción cultural española, el apoyo a nuevos proyectos del ICI para celebrar encuentros entre representantes, de la cultura y política españolas y latinoamericanas a lo largo del presente año y el estímulo a la participación española en el bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar, que se cumple este año.

En esta perspectiva, se sugirió que España y Latinoamérica podrían, conjuntamente, desempeñar un papel moderador de tales tensiones, si lograsen institucionalizar un nuevo diálogo sobre bases que es preciso replantear". Recientemente se han dejado oír las voces más autorizadas de países como Venezuela, México, Colombia y Panamá, abiertamente contrarias a inscribir los problemas del subcontinente, y en particular los de la violencia centroamericana, en la pugna de bloques.

En su libro Una política exterior para España, concluido en septiembre de 1980, Fernando Morán recordaba que el entonces secretario de Estado adjunto norteamericano, T. Mann, había dejado bien explícito cómo, respecto a Latinoamérica, "el objetivo no era el fomento de sociedades civiles democráticas, sino la salvaguardia de los intereses de los Estados Unidos en aquel subcontinente". Ese mismo prisma de la seguridad nacional de los Estados Unidos" es el que siguen aplicando en Washington al conflicto centroamericano, según reiteró en Madrid el sustituto de Mann, Thomas O. Enders, quien, en el curso de una cena con dirigentes socialistas españoles, no dudó en replicar con la realidad del terrorismo etarra cuando alguien propugnó una solución negociada para El Salvador, revelando así hasta qué punto el Departamento de Estado considera asunto propio cuanto sucede en aquellas latitudes.