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El plan de rehabilitación arquitectónica y 'humana' de la manzana de Cascorro se completará en tres años

La manzana de Cascorro, delimitada por la Ribera de Curtidores y las calles Embajadores y San Cayetano, una de las más deterioradas del casco antiguo madrileño, será rehabilitada en el transcurso e los próximos tres años. Considerada como una de las más importantes iniciativas municipales, el intenso trabajo desarrollado por el equipo de técnicos encargados del proyecto ha tenido en cuenta, fundamentalmente, la realidad humana y social de sus habitans, tan degradada como los propios edificios. Las experiencias regidas hasta ahora y las venideras marcarán la pauta para futuros oyectos similares dirigidos a la conservación de la ciudad y la otección de la calidad de vida de los madrileños.

La manzana de Cascorro, denominada de esta forma por la proximidad del moumento al héroe de la guerra de Cuba, situada en la llamada cabecera del Rastro, en el borde del barrio de Embajadores, fue elegida para el desarrollo de esta experiencia piloto porque en el limitado espacio físico que ocupa se puede leer la historia del urbanismo madrileño desde el siglo XVII y, por extensión, las condiciones de vida de las capas sociales madrileñas y el modo en que se ha ido transformando la fisonomía de la ciudad, como consecuencia de la evolución de los intereses económicos, que influyeron en el auge primero, el estancamiento después, y, por último, la degradación de la calidad de vida de los habitantes, sin capacidad de decisión.El equipo que recopiló durante meses los datos físicos relativos al estado de conservación y tipología de las viviendas, muy heterogéneas y mezcladas entre si, dialogó también con los inquilinos, resgistró sus historias personales, sus problemas económicos, su decisión mayoritaria de permanecer en el barrio en que han trabajado y residido durante toda su vida, y buscó y planificó con los interesados las fórmulas de actuación y financiación que permitirán rehabilitar toda la manzana.

Un 25% de vecinos solitarios

La manzana de Cascorro, consta de veintiún edificios, muchos de ellos procedentes de los siglos XVII y XVIII, cuatro de distintos períodos del XIX y otros de principios de siglo. Su morfología refleja perfectamente la separación de clases sociales de las distintas épocas. En los casos más modernos, las viviendas que dan al exterior son grandes, bien acondicionadas y dotadas de servicios higiénicos; las interiores son muy pequeñas, sin ventilación y sin servicios sanitarios. De las 330 viviendas comprendidas, un 15% tienen menos de treinta metros cuadrados útiles y una tercera parte no supera los cincuenta. Casi un centenar no cuentan con retrete propio.Sólo otro centenar tiene cuarto de baño completo y otras cuarenta disponen de lavabo o ducha.

Sus vecinos, con algunas excepciones, muestran un similar grado de deterioro humano. Según los datos recogidos, "se trata de una población envejecida, caracterizada por el predominio de pequeñas familias, con un peso notable de pensionistas y jubilados y una acentuada fragilidad social y económica". En 1940 vivían en la manzana 2.000 personas. Hoy quedan 580, de las cuales unas 75 son hombres y mujeres ancianos, ya solitarios, por la muerte de sus respectivos cónyuges. Los jóvenes se fueron del barrio en la década de los sesenta, en una oleada que apuntaba a las ciudades dormitorios de la periferia. El segundo éxodo se produjo en la década de los setenta, a causa de las maniobras especulativas de los caseros, empeñados en desembarazarse de sus inquilinos.

La edad media de los cabezas de familia es de sesenta años. Siete de cada diez ingresan mensualmente cantidades inferiores a las 20.000 pesetas. Mientras en viviendas de treinta metros cuadrados viven tres y cuatro personas, otras mayores están vacías u ocupadas sólo ocasionalmente.

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Los edificios, en algunos casos, necesitan sólo restauraciones exteriores y fáciles de realizar; en otros, la rehabilitación afecta a la misma estructura y en los ejemplos más extremos, apenas se podrá mantener la fachada externa

Dos nuevas placas

Dos solares existentes en el interior de la manzana, originados por el derribo de sendos inmuebles, se convertirán en plazas públicas, unidas entre sí por una galería peatonal. El espacio de algunos edificios en lamentable estado se aprovechará para disminuir el número de viviendas de forma que ganen las que queden. Al menos treinta locales comerciales de futura creación serán ofrecidos a los mismos vecinos para que puedan desarrollar actividades artesanales, todas ellas relaciones con el mundillo de venta callejera propia del Rastro. En el caso de seis inmuebles, el ayuntamiento ha decidido comprarlos directamente. Cinco pasarán a disposición de familias chabolistas o desalojadas de sus respectivos domicilios por cualquier causa y el sexto, en estado ruinoso, se levantará de nuevo para que albergue servicios culturales y asistenciales.El Ayuntamiento ha dispuesto una vía especial de crédito, por convenio con la Caja de Ahorros de Madrid, para facilitar préstamos a largo plazo y bajo interés, complementados con subvenciones municipales a fondo perdido a las familias más desamparadas. El equipo de la Gerencia Municipal de Urbanismo ha mantenido conversaciones con todas las partes implicados, para desarrollar la idea básica de que la revitalización del casco antiguo de una ciudad sólo puede ser posible y efectiva con el consenso y la participación de los que lo habitan.

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