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Los yugoslavos dieron la victoria al Madrid

Luis Gómez

El Billy de Milán torturó ayer premeditadamente al Real Madrid durante 40 minutos de extremada intensidad. Sin embargo, el conjunto blanco contó con la providencial inspiración de sus dos yugoslavos y pudo sacar adelante un encuentro en el que los italianos practicaron un curioso sistema de alta tensión. Esta victoria permite al Madrid recuperar esperanzas de continuidad en la Copa de Europa.

Cuatro puntos fue la diferencia final que con sudor, esfuerzo, rabia y una implecable actuación de Delibasic y Dalipagic consiguió obtener el Real Madrid frente a un durísimo Billy de Milán. La perfección en el tiro de los yugoslavos y todo el complicado, pero completo, sistema defensivo italiano constituyeron el dato técnico más destacable. El relato minucioso del encuentro estuvo plagado de incidencias.

Una estrategia italiana, lo más singular del encuentro de ayer, basada exclusivamente en una defensa total que busca romper el juego del contrario no sólo con un eficaz marcaje, sino sometiéndole a una continua interrupción en las acciones. Para que la estrategia funcionara se necesitaba la colaboración del público que debía exasperarse, hecho que sucedió y sirvió como fenómeno de contagio. Excepto los dos yugoslavos, tanto los jugado res hispanos como su técnico proliferaron en su desesperación.

Sólo diez minutos de respiro concedió el Billy al público. Los diez primeros, en los que la defensa individual italiana no fue capaz de parar la arrolladora actuación de los Yugoslavos.

El segundo tiempo fue un calco del anterior. Salida acertada, aunque menos, del Real Madrid y diez puntos de distancia en el marcador. La paradoja vino en los continuos fállos en ataque de los jugadores italianos, grandes defensas, pero vulgares en el tiro a media distancia. Estos errores dieron lugar a una batalla campal en la zona de pivots madridista, batalla en la que venció no muy holgadamente el equipo italiano. A ocho minutos del final la diferencia se redujo a seis tantos y poco después rozó en algunos momentos una canasta de diferencia. Hacía falta mucha calma, el público lo vio claro, y pidió la salida de Corbalán, al que recibió con grandes aplausos, al igual que antes hiciera con Rullán, otro veterano. Los italianos hicieron un total de 26 personales por 17 de los madridistas. Ayer el Billy de Milán fue todo un excitante.

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