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El Madrid, derrotado por el Ford Cantú

Luis Gómez

El Ford Cantu aprovechó ayer se renamente una esmerada táctica defensiva y derrotó a domicilio a uno de sus más directos rivales en la Copa de Europa. El Real Madrid cumplió con las premoniciones que anunciaban mal juego en el pabellón y rozó el ridículo en al gunas fases. Al final, su desespera da reacción no despertó otro sentimiento que el de la caridad. Fue muy pobre ayer la actuación de los madridistas y la dirección táctica de Lolo Sáinz.El Real Madrid no tuvo ocasión ninguna de disfrutar de alguna ventaja esperanzadora. Apenas llegó a pasar de cuatro puntos en los minutos iniciales de la primera parte. El Ford Cantu le enseñó cómo debe practicarse una defensa tenaz, constante y desmoralizadora. La superioridad táctica de los italianos, la exactitud de Riva en la primera parte y la colaboración intermitente de Marzoratti fueron demasiado bagaje para un esforzado Llorente que intentó él solo sostener el ritmo de su equipo. De haber tenido más fortuna, Llorente hubiera salido del pabellón como un héroe. Su esfuerzo tuvo como colofón que los dos bases italianos, Marzoratti y Cattini, tuvieron que irse al banquillo.

La derrota madridista, aunque por estrecho margen, no tuvo paliativos. Lolo Sáinz perdió el control táctico en un encuentro que sólo tuvo diez minutos de calidad. La zona 2-3 que impuso mediada la primera mitad sembró el pánico entre muchos aficionados, que vieron la gran descoordinación con que fue ejecutada muy a menudo. Por no saber defender los jugadores madridistas perdieron los nervios en ataque con escenas de caos e impotencia en los peores momentos de la segunda parte.

Y la cuestión es que el Real Madrid comenzó con tono esperanzador. Defensa individual, Romay muy inspirado en los rebotes y Dalipagic perfecto en los tiros a media distancia. Todo bien, pero sólo cuatro puntos de ventaja porque el temible Riva se bastó solo para volver loco a López Iturriaga y desesperar a su técnico.

La segunda parte ya registró una descomposición paulatina del equipo madridista. Fue un fenómeno progresivo que tuvo su origen en Delibasic, quien fracasé en cuatro bocetos de genialidades, y contagió a Llorente. Entre los dos se perdieron al menos seis asistencias. Luego, Dalipagic dejó de marcar y el Ford Cantu, sin inmutarse en defensa, se distanció en el marcador. Pases al contrario, canastas frustradas, personales inútiles, jugadores por el suelo y manos a la cabeza fue todo un mosaico de sucesos que acontecieron en cerca de siete minutos increíblemente malos.

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