_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Unos pactos vergonzantes

EL ENTENDIMIENTO entre Alianza Popular y UCD para concurrir a las próximas elecciones municipales ha prescindido de la solemnidad de un acuerdo nacional en toda regla y ha optado por el ámbito más modesto de unos pactos provinciales que multipliquen los arreglos promovidos por Marcelino Oreja en el País Vasco con ocasión de las legislativas. Como los instrumentos caseros de usos múltiples, la discreta fórmula permitirá a las direcciones de los dos partidos mantener en una penumbra vergonzante su alianza, sosegar las eventuales protestas procedentes de sus bases militantes, reparar -en la medida de lo posible- las quiebras de continuidad de su imagen y curar las heridas de la reciente batalla electoral. Sin embargo, resulta demasiado pronto para conseguir que esa instalación en la zona de sombra y esos pasos sigilosos hagan olvidar a los votantes de Manuel Fraga y Landelino Lavilla los discursos y gestos de sus líderes durante la campaña electoral del pasado mes de octubre. Queda, de otro lado, por comprobar hasta qué punto Alianza Popular renunciará al dulce placer de la venganza y no someterá a UCD en las elecciones municipales a las mismas humillaciones de las que fueron víctimas los candidatos del PDP de Oscar Alzaga en las elecciones generales.Evidentemente, las tornas han cambiado dramáticamente desde que las urnas castigaron, el pasado 28 de octubre, las pretensiones de UCD y trasladaron a Alianza Popular la fidelidad de varios millones de antiguos votantes centristas. Los dirigentes de UCD que mudaron a tiempo sus enseres a la coalición presidida por Manuel Fraga no sólo vieron premiada con la conservación del escaño su diligencia para madrugar, sino que son actualmente contemplados, por algunos de sus compañeros, con la admiración que suscita entre los náufragos la capacidad de predicción de quienes se percataron a tiempo de la catástrofe y lograron ponerse a salvo de sus estragos. No es de extrañar, así pues, que los veteranos profesionales del poder que ocuparon el Gobierno durante un lustro y que perdieron el 28 de octubre hasta la condición de parlamentarios se apresten a poner al mal tiempo buena cara y se dispongan, tras agachar la cabeza, a tratar de hacerse perdonar sus pasadas críticas a Manuel Fraga y de encontrar un lugar al sol bajo su amparo. En esa misma tendencia al reagrupamiento de la derecha se inscribe la escisión de la llamada familia liberal con la que amenaza Pedro Schwartz y que trata de presionar a Antonio Garrigues para que termine de deshojar la margarita, deseche escrúpulos de conciencia e incorpore al electoralmente inédito PDL a la coalición liderada por Manuel Fraga.

Ante ese panorama, en el que las desgracias políticas del centrismo se yuxtaponen con las bienandanzas electorales del fraguismo y las agobiantes dificultades financieras de las deudas millonarias de UCD contrastan con la generosidad de algunos sectores empresariales para con Alianza Popular, no resulta difícil adivinar las subterráneas causas que fundamentan la resignación con la que el partido de Landelino Lavilla ha aceptado el pacto vergonzante para las elecciones municipales y la humillante entrada por la puerta trasera y provinciana en la gran derecha. Ahora bien, los dirigentes de UCD, y especialmente su presidente, tienen el deber de explicar a su electorado las razones de ese viraje espectacular, que enfría y desinfla los apasionados y grandilocuentes discursos contra la derecha dura de su líder durante la pasada campaña.

Es evidente que UCD naufragó en las elecciones de 1982. Aun así, consiguió medio millón de votos más que los obtenidos en 1979 por Manuel Fraga, de cuya capacidad para hacer travesías por el desierto tal vez pudieran tomar ejemplo quienes arrojan la toalla al primer contratiempo, renuncian a sus proyectos de largo plazo en función de conveniencias inmediatas, dimiten de sus responsabilidades colectivas ante el electorado para satisfacer pequeñas ambiciones personales e intercambian la primogenitura de un espacio intermedio entre el PSOE y la derecha conservadora por el plato de lentejas de unas concejalías o de las ayudas financieras para hacer frente a sus deudas. No es cierto que el panorama político del futuro haya quedado fijado para siempre en los resultados del 28 de octubre. En España existe un espacio ideológico, y posiblemente electoral, situado entre la izquierda, hoy en el Gobierno, y la fuerza política liderada por Manuel Fraga. Pero ese terreno sólo podrá ser ocupado mediante esfuerzos y trabajos a los que, tras los pactos vergonzantes para los comicios municipales, no parecen en absoluto dispuestos esos centristas que, de forma tan decisiva, contribuyeron a la destrucción de UCD mediante sus luchas intestinas, codicias desatadas, celos ridículos y torpezas sin cuento. Tal vez Manuel Fraga ejerza esa generosidad que la posición de superioridad siempre concede y proporcione un digno cobijo en las candidaturas municipales a los autoderrotados líderes centristas, sin someterles a vejaciones ya innecesarias tras su viaje, a Canosa. Pero será bastante triste, en cualquier caso, contemplar a los hombres y mujeres de UCD hacer campaña electoral a la sombra de su antiguo adversario e inscribir sus nombre como segundones en la lista madrileña que proponga como alcalde de la capital al polémico Segurado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_