Esas pequeñas bombas

Soy una estudiante más de ese hormiguero universitario, y me dirijo a este periódico con el único, afán de protestar contra los petardos, esos instrumentos que están hoy día tan de moda y son tan divertidos, pero que para mí y para muchos vecinos se han convertido en sinónimos de auténtico susto.Con motivo de estas fiestas navideñas, de amor, paz y tranquilidad, según opiniones de personas bien avenidas, residentes de los barrios más o menos tranquilos y viviendas insonorizadas, observo cómo para nosotros, las gentes menos pudientes y habitantes de barriadas obreras, esas últimas palabras de paz se convierten en estállidos violentos nada aconsejables para los que creemos estar sanos, y mucho menos para los enfermos.

Así, si alguien prueba a sentir el goce del paseo por estas calles, se encuentra con que en el momento más inesperado suena un ruido estruendoso, casi de bomba, que le produce cierta sordera instantánea y una tremenda inseguridad.

Estoy convencida de que la educación no puede provenir en este caso de los consumidores, que son chavales,emientras esté ausente en los adultos que son quienes, en definitiva, no prohíben este tipo de venta, auténtica enemiga de la poca tranquilidad que aún nos queda.

Sólo espero que mi eco también sea escuchado. /