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Gerardo Iglesias cree haber demostrado que no es un 'hombre de paja' tras la clausura de la conferencia del PCE

La conferencia nacional del Partido Comunista de España (PCE) se clausuró ayer con un suspiro de alivio por parte de los organizadores, que, tras arduas negociaciones, consiguieron que asistiera a la última sesión el ex secretario general, Santiago Carrillo. La mayor parte de las opiniones coincidieron en afirmar que la llegada de Carrillo -acogido con gran frialdad- fue excesivamente tardía. El informe político y el debate sobre el cambio en la estrategia del PCE se habían producido ya y los asistentes a la conferencia nacional llevaban dos días expresando sin recato su malestar por la ausencia del hombre que dirigió el partido durante veintidós años. El secretario general, Gerardo Iglesias, no ocultaba su satisfacción, al término de las sesiones, por entender que, tras la aprobación de su informe, había demostrado que no es un hombre de paja.

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Carrillo llegó a la sede del partido comunista a las once de la mañana, mientras se leían los resultados de uno de los grupos de trabajo sobre las próximas elecciones municipales y autonómicas. Recibido por escasos aplausos de los miembros del servicio de orden, acallados por siseos, el ex secretario general del PCE atravesó el salón de reuniones ante el silencio casi total de los asistentes y sólo escuchó algunos aplausos cuando los iniciaron, puestos en pie, Gerardo Iglesias y el presidente de la conferencia nacional del partido, Enrique Curiel, seguidos después por la casi totalidad de la presidencia y por parte de los asistentes. Carrillo besó a Dolores Ibárruri, saludó afectuosamente a Eulalia Vintró y fue colocado a la izquierda de Gerardo Iglesias.Dos miembros de la mesa permanecieron ostensiblemente sentados y sin aplaudir: Nicolás Sartorius -"no había por qué aplaudir cuando ha estado dos días sin aparecer"- y Jordi Solé Tura -"tengo ciática y, además, estoy en contra de todo tipo de liturgias".

La lectura sobre la política del PCE ante las elecciones municipales continuó en un ambiente de desinterés bastante acusado, porque los presentes estuvieron más pendientes de lo que alguien calificó como "auténtico punto importante del orden del día": la presencia del ex secretario general en la sala.

Carrillo dijo, sobre su incomparecencia, exactamente lo mismo que el secretario general, Gerardo Iglesias, el viernes, y el presidente de la conferencia, Enrique Curiel, el sábado: "Tiene una explicación clara: yo he dimitido para despersonalizar el debate; éste era el primer debate político que se hacía y no he querido influir". Cuando manifestó que "he venido porque el debate ha terminado" y se le preguntó si eso significaba desinterés por su parte hacia la campaña de las elecciones municipales, cuyo informe estaba aún sin aprobar, Carrillo puntualizó que "ya son otros temas, no es una discusión política, y, por supuesto, mi voluntad es contribuir a la campaña. Yo sigo siendo miembro de la directiva del partido".

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La inasistencia, asimismo, de Santiago Carrillo a la reunión del comité central del pasado martes fue comentada por él en el sentido de que "tenía sesión de Cortes y Junta de Portavoces y ahora ya no tenemos muchos diputados de donde tirar". No obstante, añadió que "en la reunión del comité ejecutivo del lunes yo di mi aprobación al guión del informe de Gerardo Iglesias" y cuando un periodista le recordó que a principios de noviembre él dijo que haría cambios en el partido en seis meses, mientras que el nuevo secretario general parecía que había iniciado esos cambios con mayor celeridad, Carrillo respondió: "No conozco el texto del informe de Gerardo Iglesias; conozco el guión".

La "decisión puramente personal, porque ahora ya puedo tomarlas" con que Santiago Carrillo se refirió a su asistencia de ayer a la clausura de la conferencia nacional del Partido Comunista de España, fue tomada por el anterior dirigente del PCE en la misma mañana del domingo. El jueves Carrillo había tenido una reunión tensa con Gerardo Iglesias, en la que se reafirmó en su idea de no estar en la reunión y, según círculos solventes, mostró su malestar por algunas de las líneas emprendidas por su sucesor en orden a modificar estrategias del partido y, sobre todo, a hacer cambios de algunos dirigentes, punto éste en el que difiere especialmente, según destacadas fuentes comunistas.

Después de las jornadas del viernes y sábado, en las que la ausencia del anterior secretario general crispó los ánimos de dirigentes y delegados, especialmente de quienes apoyan a Gerardo Iglesias, cuyo informe político había sido aprobado el sábado por la mañana de forma casi unánime (23 % votos a favor, uno en contra y quince abstenciones), fuentes próximas a la directiva comunista expresaron sus temores a que la negativa de Carrillo a asistir impidiera zanjar diferencias e iniciar lo que Enrique Curiel calificó como «una nueva etapa". La insistencia de Carrillo en lo que se consideraba como un gesto de desautorización a Iglesias era calificada en la sede central del PCE como un "regalo de Navidad envenenado".

Ante esta situación, los dirigentes comunistas hicieron un último intento. El sábado por la noche, cuando habían terminado ya los debates de los grupos de trabajo, un destacado miembro de la organización de la conferencia visitó a Carrillo en su domicilio durante hora y media y le expuso el error político que podría suponer su ausencia incluso de la sesión de clausura. En la sede de la conferencia, algunos miembros de la ejecutiva del PCE habían comentado que el ex secretario general valoraba su influencia en la aprobación del informe de Iglesias y, junto a esto, dejaba que capitalizara el paso adelante alguno de sus más conspicuos opositores. Ante el interlocutor que le visitó en su casa, Carrillo se comprometió a considerar la posibilidad de asistir a la última sesión de la conferencia, pero, fiel a su especial personalidad, mantuvo una última incógnita hasta el mismo domingo por la mañana.

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