Una película premiada
Son ya populares en todo el mundo los filmes británicos que se inspiran en páginas de la historia. El rigor de su información y la generalmente espléndida intervención de los actores han terminado por conferir un aire familiar a estos trabajos.Dirigió Un hombre para la eternidad el austríaco Fred Zinnemann, cuya obra cinematográfica fue realizada en Hollywood, adonde se trasladó a la edad de veinte años. A Zinnemann se deben algunos títulos clásicos del cine. Solo ante el peligro, De aquí a la eternidad, Hombres..., a los que pueden añadirse otras películas de demostrado impacto popular: Oklahoma, Historia de una monja, Chacal.... No es Zinnemann, sin embargo, un director ajeno a las polémicas. Es fácil ahora encontrar comentarios que le adjudican una cierta pedantería. El tono serio con que
narra sus películas es entendido por algunos críticos como síntoma evidente de pretenciosidad.
Un hombre para la eternidad narra la vida de Tomás Moro, amigo y canciller del rey de Inglaterra Enrique VIII, quien, casado con Catalina de Aragón, decide contraer nuevo matrimonio con Ana Bolena. La negativa de Moro a apoyar al rey frente al Papa, que no consiente en la nueva boda, arrastra su perdición.
La película no abunda en el aspecto religioso, sino que ofrece el retrato psicológico de un personaje debatido entre el respeto por el rey, su amigo, y la lealtad debida a sus propias ideas. Ese conflicto, que ya había sido desarrollado en la obra teatral de Robert Bolt, fue enriquecido por el actor Paul Scofield, que obtuvo un merecido oscar por su trabajo. Hollywood premió igualmente a Zinnemann como mejor director y consideró Un hombre para la eternidad como la mejor película de 1966.
Un hombre para la eternidad se emite hoy a las 23.20 horas, por la primera cadena.
