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La ruptura entre democristianos y 'populistas', resultado más probable del congreso de UCD

yJOAQUINA PRADES, El que ya es llamado congreso de la ruptura, o también último acto de UCD, comenzará pasado mañana, a puerta cerrada, sin que nadie, y menos que nadie el presidente en suspenso de¡ partido, Landelino Lavilla, parezca tener diseñada una mínima estrategia conjunta para la supervivencia del grupo. La ruptura frontal entre los democristianos y sus actuales aliados -pero viejos enemigos- los populistas, parece la hipótesis más probable dentro del caos que se adivina como último resultado de este congreso, del que, a medio plazo, puede derivarse una profunda reestructuración de la oposición al socialismo.

Desde que, el 15 de noviembre, Lavilla dimitiera de hecho de la presidencia del partido y convocase el congreso extraordinario, una comisión de cinco personas ha venido dirigiendo el partido que hace dos semanas aún se encontraba en el poder.La tarea básica de la comisión, preparar la celebración del congreso extraordinario, parece haber concluído. Y, de paso, también parece consumada la ruptura entre los cinco miembros de esta comisión, que responde a los esquemas enfrentados dentro de UCD: Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona, Iñigo Cavero y Rafael Arias-Salgado parecen compartir tesis democristianas, mientras que Gabriel Cisneros y Antonio Jiménez Blanco se inclinarían hacia las posiciones populistas o martinvillistas.

Las 'cumbres' democristianas

La primera tesis, sustentada por hombres como Fernando Alvarez de Miranda, el propio Iñigo Cavero, Juan Antonio Gómez Angulo, Eugenio Nasarre o Javier Tusell, insiste en convertir a UCD en un partido de carácter netamente democristiano, "soltando lastre azul". Ocupar un asiento de observador en el Partido Popular Europeo, muy cercano a la Unión Europea Democratacristiana, sería uno más de los pasos que deberían darse en esta reconversión ideológica. El propio Lavilla no estaría lejano de esta postura, si bien desde principios más conciliadores. No todos los integrantes de esta corriente pretenden un inmediato acercamiento al PDP de Alzaga, ya que hombres como Alvarez de Miranda ponen serios reparos al pacto que liga a Alzaga con AP.

Los populistas, inspirados de alguna manera por Rodolfo Martín Villa, rechazan los planteamientos democristianos, especialmente los referentes a una homologación internacional. Buscan una convergencia de ambas tendencias y se apoyan en la fuerza que les da su control sobre, al menos, ocho de los doce escaños de UCD. La necesidad de no romper el grupo parlamentario es el principal argumento que esgrimen para intentar convencer a Lavilla de que no acepte las tesis rupturistas de algunos democristianos. Pero, paralelamente, piensan en la posibilidad de presentar una segunda lista para la directiva que surgirá el domingo del congreso. Una vez que Juan José Rosón parece haber rechazado de manera casi definitiva todas las proposiciones lanzadas tanto por Martín Villa como por Gabriel Cisneros, han comenzado a barajarse nombres de posibles presidentes alternativos para un partido populista: Justino de Azcárate o Josep Tarradellas han sido algunos de los barajados.

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Los populistas basan su propuesta de una nueva UCD en tres supuestos: la pérdida de la presidencia del partido por Lavilla debe ser compensada, dándole, a cambio, un mayor poder sobre el grupo parlamentario; la nueva ejecutiva, compuesta de un modo más provincial y menos madrileño, debe tener en su secretaría general a gente como Martín Villa, Rosón o el propio Cisneros; por fin, UCD podría reconvertirse en una federación de partidos de centro, para lo que ya se habrían iniciado conversaciones paralelas con otras formaciones regionales.

Queda, por fin, la posición mayoritaria: la de los indecisos, que no comparten plenamente ni la hipótesis democristiana, ni tampoco la populista. Al menos la mitad de los quinientos compromisarios que acudirán al congreso carecen de instrucciones previas y se decantarán en el último minuto por alguna de las soluciones posibles o por la salida del partido. En este bando se alinean socialdemócratas residuales -profundamente desanimados y que, casi con seguridad, optarán por el abandono en cualquier caso-, liberales de varias procedencias -que ya tienen su vista puesta en el Partido Demócrata Liberal de Antonio Garrigues Walker- e independientes, que plantean las tesis más variadas.

Muchos de los que, de una u otra manera, se incluyen entre los indecisos y los abandonistas, podrían no asistir siquiera al congreso. Además de algunos liberales y algunos de los llamados socialdemócratas, se incluyen entre los posibles ausentes figuras como la del ex presidente del Gobierno y del partido, Leopoldo Calvo-Sotelo, indeciso hasta anoche sobre si debe o no aceptar una invitación de Pinto Balsemao para visitar Estoril este fin de semana próximo.

Estas ausencias serían todo un presagio del futuro que aguarda a Unión de Centro Democrático tras este congreso de perdedores, efectuado casi en la clandestinidad, sin presupuesto, sin publicidad y sin eslógan.

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