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Los inversores, ansiosos de alza

En circunstancias normales, prevalecen en los mercados las motivaciones fundamentales: producción y consumo, demanda y oferta, entorno económico-monetario. En fases de atonía mueven las bolsas y lonjas los factores técnicos: la interacción de las situaciones compradora y vendedora (larga y corta en el argot del oficio) plasmadas en los gráficos. La resultante en el juego de tales fuerzas impulsoras o disuasorias suele quedar plasmada en la opinión, en el ánimo del mercado.Estos son los elementos que habitualmente manejan los expertos al formular sus análisis. Raramente aluden, por el contrario, al factor puramente psicológico que a veces configura el mercado, le imprime carácter, al margen de motivaciones fundamentales o técnicas, incluso, a veces, en aparente contradicción con las mismas.

Es lo que ha ocurrido esta semana en Estados Unidos: las bolsas de valores y las lonjas de metales preciosos, más sensibles que otros mercados al factor económico-monetario, han reaccionado de forma muy distinta según fueran alcistas o bajistas las motivaciones en presencia: avances acentuados frente a los condicionamientos supuestamente favorables, únicamente leves declives ante las causas de signo adverso. Así, el martes día 30, el Dow Jones de Wall Street ganaba más de 36 puntos; en el COMEX, el oro ganaba casi 9 dólares, y la plata, 42 centavos. Motivo: el presidente Reagan negaba que el corte del 10% en los impuestos, previsto para julio, pudiera ser adelantado a enero. Ello implicaba menor necesidad de recurrir al empréstito (más bajos tipos de interés, en consecuencia), volvió a ponerse sobre el tapete la cuestión de una eventual disminución de la tasa de descuento, bajó el dólar y en las bolsas y lonjas se produjo el efecto antes señalado.

El miércoles día 1, por el contrario, se hizo patente que la Reserva Federal se abstenía de inyectar liquidez en el sistema, habiendo subido el tipo de interés interbancario hasta la línea del 9,25%. En los mercados se dedujo, en consecuencia, que se alejaba la probabilidad de un corte inmediato en la tasa de descuento. Se rehizo el dólar, pero el Dow Jones apenas bajaría ocho puntos, el declive del oro era de menor cuantía y la plata incluso ganaba algunos centavos.

Al día siguiente, jueves día 2, culminaría el fenómeno. Los bancos centrales de Suiza, Alemania Occidental, Austria y Holanda bajaban sus tipos de interés, y Fred Bergsten, ex subsecretario del Tesoro, pronosticaba para la balanza comercial de 1983 un déficit de 75.000 a 100.000 millones de dólares. Eran factores evidentemente bajistas. Sin embargo, el Dow Jones terminaba la jornada con un discreto avance de dos puntos, el oro ganaba más de siete dólares, y la plata, veinticinco centavos.

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