La leal oposición
La clave del desarrollo de una sociedad democrática radica en el acuerdo del principio de los diversos intereses económicos y agrupaciones políticas para mantener al margen de la lucha partidista aquellos temas e instituciones considerados de Estado, es decir, que están más allá de las conveniencias particulares y cuya conservación beneficia por igual a todos.Para llegar a esa situación no sólo hacen falta un Gobierno y un partido en el poder conscientes de sus limitaciones. Hace falta también una oposición con sentido patriótico, con visión nacional y constructiva, que se perfile siempre como la alternativa legal para el futuro del país y no como el peligro presente y permanente del Gobierno o del régimen establecido.
En el país con más rancia tradición democrática, Inglaterra, la oposición está tan institucionalizada como el Gobierno. Y toma el nombre de leal oposición de su majestad porque se considera tan fundamental para el Estado y su regia jefatura como pueda serlo el Gobierno y porque antes de ser una organización contra el Gobierno es una organización al servicio del Estado.
Hace falta una gran tradición y sobre todo un hondo patriotismo para asumir esa tarea de oposición. Y sólo la conciencia de que la grandeza de la nación depende de la capacidad de sacrificio de los que no mandan puede conseguir ese milagro al que aspiran todos los regímenes constitucionales.(...)
La situación actual requiere indudablemente de una voluntad común en el Gobierno y en la oposición, si es que ambos desean que, por encima de los avatares electorales, sea España la que acaba salvándose de sus demonios sangrientos.
Hay que creer en la intención de Felipe González de intentar gobernar para toda España y no para sus votantes, y en tanto inicia su mandato debemos confiar en su patriotismo. Pero, en cambio, hay que lamentar la actitud del jefe de la oposición, Manuel Fraga, que, en contra de sus declaraciones electorales, ha aprovechado míseramente el asesinato del general Lago para repetir su arenga de comprensión por el golpismo.
Fraga ha traicionado así a todos los que le votaron como una derecha sinceramente constitucional, ha colocado a sus aliados demócratas en una situación insostenible y ha puesto en una delicada situación al mismo Jefe del Estado, que advirtió en su audiencia a los líderes sobre la necesaria unidad de todos contra el terrorismo y el golpismo.
Esperemos que en la audiencia real de ayer Fraga, momentáneamente calmada su vanidad, haya recapacitado sobre sus nefastas declaraciones y se disponga a cumplir lo que prometió en las elecciones: ser la "leal oposición de Su Majestad". Si no cambia, habrá que colocar al teniente golpista Fraga Iribarne en ese lugar al que su incontinencia verbal y su miopía política quieren llevarle: el de la desleal oposición al régimen democrático.
6 de noviembre
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