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El Gobierno israelí, muy preocupado por sus relaciones con EE UU

A pesar del informe apaciguador presentado por el ministro israelí de Asuntos Exteriores, Yitzhak Shamir, ante el Gobierno, primero, y ante la Comisión de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Kneset (Parlamento), los dirigentes de Israel están muy preocupados.El ministro israelí de Exteriores ha regresado inquieto a Israel tras celebrar una serie de entrevistas en Washington. Las filtraciones que han aludido a amenazas formuladas contra el Estado hebreo por el secretario de Estado George Shultz han sido totalmente inventadas. Es también falso, que Shultz haya sugerido que vaya a existir de ahora en adelante alguna vinculación entre la ayuda financiera norteamericana, a Israel y la actitud del Gobierno del primer ministro Menájem Beguin de cara al plan de paz del presidente Reagan para Oriente Próximo.

En el Departamento de Estado, sin embargo, le fue explicado a Shamir que el presidente Reagan había sido "sorprendido muy desagradablemente" por "el rechazo sin matices y sin examen" por Beguin de su plan de paz. Esta actitud negativa contrasta con la de los países árabes que, tras "estudiar cuidadosamente el proyecto del presidente de Estados Unidos", acabaron por contestar "sí, pero".

En el Departamento de Estado se dio claramente a entender a Shamir que Ronald Reagan, irritado y ofendido por el trato despectivo dado por Beguin a su plan, tendrá en cuenta la "arrogancia israelí". "

George Shultz explicó además a Itzhak Shamir que no le resultará fácil a la Administración obtener la aprobación por el Congreso, de la ayuda de 3.100 millones de dólares (359.600 millones de pesetas) solicitada por Israel porque la política israelí en Oriente Próximo, en general, y la guerra en Líbano, en particular, "hacen dudar a numerosos senadores y congresistas de la voluntad de paz israelí".

Es esta frase la que ha dado lugar a todo tipo de especulaciones sobre la aprobación de la ayuda financiera y la flexibilización de la política exterior del Gobierno Beguin.

A petición del presidente Reagan, su secretario de Estado, George Shultz, expuso a Itzhak Shamir el dilema en el que se encontraba la política exterior norteamericana: "Estados Unidos es, desde luego, un aliado leal del Estado judío -como lo demuestra la batalla norteamericana contra las maniobras que pretendían expulsar a Israel de la ONU-, pero para que Israel siga beneficiándose del apoyo estadounidense el "Gobierno israelí tiene también que considerar los intereses de Washington en la región".

En el fondo, Reagan acusa a Beguin de despreciar estos intereses. Según Shultz, la retirada militar israelí de Líbano, que Tel Aviv parece dispuesto a llevar a cabo, es una concesión inútil si Israel sigue ignorando "la necesidad de encontrar con carácter urgente un esbozo de solución al problema palestino que amenaza con desestabilizar a todo Oriente Próximo".

La Administración Reagan considera por lo tanto que el problema palestino es la clave del conflicto árabe-israelí. Pero en Washington se entienden los temores israelíes ante la posible emergencia de un Estado palestino en Cisjordania y Gaza. En consecuencia, el plan Reagan sólo menciona un vínculo orgánico entre Jordania y Cisjordania. Israel tiene que elegir: o llegar a un acuerdo realista, aceptable para ambas partes, directamente con los palestinos, o negociar una solución del problema palestino con Jordania", se subraya en la capital federal.

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