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La Iglesia polaca, contra la ley sobre 'parasitismo social'

Los obispos polacos se pronunciaron ayer contra la ley sobre parasitismo social, que, no obstante, el Parlamento aprobó horas después, con 12 votos en contra y 22 abstencionel, de un total de 460. La nueva legislación prevé una forma de "trabajo obligatorio" para toda persona entre 18 y 45 años que, después de tres meses, no posea ningún empleo, no esté estudiando y no esté censado en las oficinas de paro.El uso dado a leyes de este tipo en determinados países hace temer a numerosos polacos que una aplicación ciega del texto legal puede convertir en delincuentes ante la ley a trabajadores que hayan perdido su puesto de trabajo por razones políticas o sindicales.

Así, la ley podría ser aplicada a numerosos obreros despedidos como consecuencia de la entrada en vigor del estado de sitio o a los mismos internados, que, según fuentes oficiales, son en estos momentos unos 700, a quienes desean liberar las autoridades, pero neutralizándoles y sometiéndoles a un estricto control oficial.

El redactor de la ley, el diputado comunista Stefan Fiuk, declaró ayer anteel Sejin que el Episcopado polaco había remitido recientemente un mensaje al presidente del Parlamento criticando la ley sobre parasitismo social.

Fiuk elogió la nueva legislación porque "va en interés de los trabajadores honestos, pues el trabajo debe ser el mejor criterio para la apreciación de un hombre".

La ley sobre parasitismo social prevé que "excepcionalmente" el trabajo será obligatorio, incluso en "obras públicas", en aquellos "casos de fuerza mayor o de tumulto que ponga en peligro las condiciones de existencia de una parte o del conjunto de la población".

El proyecto de ley, que se debatió conjuntamente con otros dos sobre delincuencia juvenil y lucha contra el alcoholismo, ha sido objeto de críticas en los propios ambientes parlamentarios polacos e incluso de jueces.

El Consejo Socio-Económico, organismo consultivo del Sejm, expresó serias críticas a la ley sobre parasitismo social, especificando que no se atiene a las convenciones internacionales ratificadas por el Gobierno de Varsovia. En tal sentido, Fiuk, señaló que el texto tiene en cuenta tales convenciones y que la "obligatoriedad del trabajo" no puede entenderse en el sentido estricto de las palabras.

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