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El 28 de octubre, elecciones legislativas

Suárez termina la campaña en Avila y en Cebreros, su pueblo natal

El presidente del Centro Democrático y Social (CDS), Adolfo Suárez, pidió ayer a sus simpatizantes respeto y acatamiento para el resultado que mañana salga de las urnas. "La crítica y la oposición son necesarias, pero también lo es buscar el entendimiento y el diálogo en el Parlamento". Con nuevas llamadas al pacto de Estado, idea que ha constituído el eje de su campaña, Suárez concluyó su intervención ayer en el mitin minoritario que el CDS celebró en un cine de Madrid.Apenas 3.000 personas, que abarrotaban el local, asistieron a este acto con el que el partido de Suárez terminó la campaña. El cine, de dimensiones claramente inadecuadas para el carácter del acto -calificado por dirigentes del CDS de "reunión" más que de "mitin"-, distaba apenas unos centenares de metros del otro cine donde el gran rival por el espacio centrista, Landelino Lavilla, cerraba su propia campaña.

Suárez intervino en primer lugar, explicando que tenía que desplazarse a Avila para "deshacer una infamia". Al abandonar el líder del CDS el local, tras repetir una vez más el discurso habitual de todos sus mítines, cerca de un centenar de personas salieron con él, con intención de dirigirse en caravana hasta Avila. De poco valíeron las llamadas de los candidatos madrileños Jesús Viana y Rafael Calvo Ortega para que se quedasen; la desesperación de los organizadores del mitin, que por sus deficiencias irritó notablemente a Suárez, se hizo patente cuando comenzaron las salidas masivas. Un servicio de orden particularmente brusco contribuyó, en algunos momentos, a crear un cierto clima de tensión en el acto.

La última jornada electoral de Adolfo Suárez fue ayer particular,mente ajetreada. Desde Barcelona, donde celebró su último gran mitin, se traslado por la mañana a Valencia y Alicante, en una meteórica visita a las zonas afectadas por las inundaciones. A primera hora de la tarde voló a Madrid para asistir al mini-mitin que clausuró la campaña del CDS. Y, desde allí, viajó a Avila, para estar con sus paisanos en las últimas horas antes del comienzo del día de reflexión. Tras el ultimo mitin importante de la campaña, en Barcelona, Suárez decidió viajar de incógnito a la zona levantina afectada por las inundaciones. Tan de incógnito fue este viaje que Suárez decidió no bajar en ningún momento del Land Rover en el que visitó las comarcas inundadas de Alcira, Gandía y Alicante. Evitó entablar contacto con las personas que hacían cola para aprovisionarse de comida o con los que, en Gandía, han visto arruinadas sus tierras para los próximos siete años. El líder del CDS quería, aparentemente, impedir una utilización electoralista de su visita a la zona devastada. Pero, acaso, también jugaba el recuerdo de los abucheos que, el día anterior, había recibido en estos lugares el presidente Calvo Sotelo, al entrar en contacto directo con una población exasperada.

La tentación de Jiménez de Parga

Pese a sus deseos de iniógnito, Suárez no pudo impedir ser recibido en Alicante por una comitiva de automóviles con megafonía, que emitían el himno del CDS. El dinámico cabeza de candidatura local, Manuel Jiménez de Parga, no pudo evitar la tentación de propagar a los cuatro vientos la visita de su líder, que en realidad, apenas constituyó un rápido trámite que permitió a Suárez comprobar muy superficialmente la magnitud de la tragedia.

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Tras el mitin de Madrid, Suárez se desplazó a su pueblo natal, Cebreros, el gran olvidado de su campaña electoral. De ahí, a Avila, donde escuchó las campanadas que marcaban el comienzo de la jornada de reflexión. Según manifestó, Suárez quería, con su presencia en su provincia natal, desmentir el contenido de unas cartas apócrifas, distribuídas por tierras abulenses, que con membrete del CDS afirmaban que Suárez se retiraba de la campaña y recomendaba "votar al centro". Medios del CDS atribuyeron privadamente esta maniobra a la responsabilidad del cabeza de candidatura de UCD, José María Martín Oviedo.

Pero lo tardío de la hora en que llegó a su pueblo y a su provincia, hizo que Suárez apenas pudiera contactar directamente con unos pocos centenares de personas.

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