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Expectación por los resultados electorales

Esta semana, claramente marcada por el síndrome electoral, se ha iniciado con unas reuniones bursátiles aburridas, en las que el temor y el nerviosismo de los operadores se ponían de manifiesto a través de sus actuaciones titubeantes en los distintos corros de negociación. Parecía existir, desde primera hora de la mañana, algo similar a una conjura de silencio entre los especialistas para que no surgiesen en las conversaciones temas políticos que pudiesen afectar negativamente la evolución genérica del mercado.Pocas veces se ha visto en los mercados de valores nacionales tal capacidad de autoconvencimiento. Las partidas vendedoras eran ofrecidas con cierta cautela y se retiraban tan pronto como se podía comprobar que el precio del valor sobre el que se centraban flexionaba a la baja en exceso.

Sin embargo, la idea de que la situación del mercado puede empeorar en las próximas reuniones -sobre todo, porque las partidas vendedoras no se fían terminado de liquidar ni los precios han tocado su fondo bajista- se extendía por los parqués, atenazados por el síndrome electoral, como un sino fatalista.

El protagonismo de las reuniones de ayer, volvió a corresponder al grupo eléctrico. Entre estos valores brillaba con luz propia Iberduero, que ganaba dos enteros en el mercado madrileño. Su mejora sorprendió a los especialistas, que no acertaban a explicarse el por qué de esta mejora. Evidentemente existían muy pocas órdenes de venta, pero la realidad es que las compras tampoco justificaban, al menos aparentemente, una mejora de este tipo.

Lo que aparentemente viene ocurriendo es que, ante las circunstancias que viene presentando el mercado, cualquier duda por parte de los vendedores es aprovechada por quienes están interesados en conseguir mejorar las cotizaciones de los valores más significativos, para intentar aproximarlos a sus precios de coste. En estas operaciones acostumbran a incorporarse los operadores a corto plazo, aunque sus actuaciones se limitan a unas cantidades de títulos bastante reducidas por las dificultades que su venta posterior ocasionan.

Del acontecer bursátil de ayer cabe destacar el comportamiento del grupo bancario por las discordancias que se apreciaron entre sus miembros. Mientras Central e Hispano presentaban recortes en sus cotizaciones, Popular y Santander consiguieron apuntarse unas discretas mejoras en sus niveles de precios. La nota más discordante del grupo la representaron los 62.253 títulos con que contaba Central como saldo vendedor. Tampoco estaba muy claro para los especialistas el origen de esta creciente oferta de títulos de la entidad que preside Alfonso Escámez. Sólo, se pudo constatar la corrección bajista que se aceptó en su precio y el que, al cierre, la oferta continuaba actuando.

En el resto del mercado quedó también una vez más puesto de manifiesto que, tan pronto como un valor significativo mejora un punto su cotización, aparece una oferta bien nutrida, que se trastoca en demanda cuando se invierte la trayectoria del mercado. De todas formas, las operaciones con crédito al mercado siguen afectando la evolución genérica del mercado de acciones, y de ellas parten la explicación a evoluciones como por ejemplo la de Dragados.

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