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El 'ala dura' del Polisario refuerza su posición

El conflicto del Sahara occidental corre el riesgo de enconarse, en su aspecto militar, a la luz de los resultados del quinto congreso del Frente Polisario, celebrado la pasada semana en medio del mayor hermetismo. Los partidarios de la línea militar, encabezados por su secretario general, Mohamed Abdelaziz, han consolidado su pree.minencia, en detrimento de la influencia del ala política, aunque la reunión ha puesto en evidencia la intención de los dirigentes saharauis de no intervenir en la actual querella política que divide a argelinos y libios.El congreso aprobó una enmienda a la Constitución de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD) por la cual el secretario general del Polisario se convierte en presidente de ésta y jefe del Estado, observando asimismo sus prerrogativas a la cabeza del Consejo de la Revolución, que pasa de nueve a siete miembros por razones de eficacia.

Los dos miembros eliminados de esa instancia son Sidi Ahmed Batal, uno de los pocos estrategas militares conocidos entre los saharauis, y el principal negociador con Mauritania y Francia, Omar Hadrani, aunque ambos se integran al comité ejecutivo del Polisario, que pasa de veintiuno a veinticinco miembros. El hasta ahora número dos del Frente, Bachir Mustafá Sayed, hermano del fundador del movimiento independentista, El Uali, pierde su cargo, pero se mantiene entre los siete líderes del Polisario.

En el plano militar, los saharauis han adoptado un programa de acción cuyas líneas generales han sido dadas a conocer públicamente. Estas recomiendan la formación de un Ejército popular a través de la generalización de las milicias, la movilización de los refugiados saharauis y el reforzamiento de la estructura militar. Entre líneas, el Polisario se declara dispuesto a reanudar sus ataques militares contra el cuerpo expedicionario marroquí instalado en la ex colonia española.

En el terreno político, el texto de la declaración final del congreso cita la consolidación de los lazos con los aliados naturales del Polisario, Argelia y Libia, con la intención de realizar la alianza revolucionaria entre los pueblos del Magreb. Al margen de esa fraseología, la declaración subraya que los saharauis no aceptarán la celebra ción de un referéndum de autode terminación, tal y como propuso la Organización para la Unidad Africana (OUA) en junio del año pasado, a propuesta del rey Hassan II de Marruecos, sin que sean eva cuadas con anterioridad las tropas y la administración civil del reino alauita. A primera vista, el congreso del Polisario, en el que sólo participaron, a título de invitados extranjeros, dos delegaciones de Argelia y Mauritania, ha concluido con una serie de decisiones que, sin crear un foso entre políticos y militares o proargelinos y prolibios, permite afirmar la existencia de una preeminencia de la línea dura y una neutralización aparente de las dos principales tendencias que coexisten en el seno de su dirección política.

La salida de Omar Hadrani, muy relacionado con el régimen argelino, no deja de ser una critica al exceso de celo que habría manifestado éste en su calidad de moderador político.

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