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Tribuna
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No perdamos una nueva ocasión

Al partido que quede en cabeza en la próxima consulta electoral corresponde, según el autor, la formación de un frente democrático para abordar conjuntamente los graves problemas que padece la sociedad española. El cambio que el PSOE reduce a que las cosas funcionen no es suficiente. Para que el país funcione es necesario, dice, que previamente existan cambios y transformaciones.

El inicio de la, campaña electoral ha coincidido con dos noticias altamente significativas. El descubrimiento por el CESID de una nueva conspiración golpista y el aumento de los parados, así como la creciente desprotección de los mismos. Datos que indicarían con claridad la existencia de amenazas de agresión al sistema democrático, la gravedad creciente de la crisis económica y el deterioro de la situación social. Los españoles, ante estos hechos, tenemos derecho a preguntarnos: ¿qué ha ocurrido desde las elecciones de 1979, ganadas por UCD, para que hayamos llegado a esta situación delicada? Porque estoy convencido de que la gente valora el que tengamos una Constitución democrática y que en España se haya implantado un sistema político pluralista, con las libertades civiles reconocidas. Pero al mismo tiempo comprueba que el paro se ha casi duplicado; los salarios, sueldos y pensiones han perdido alrededor de un 26% de su capacidad adquisitiva en los últimos cuatro años; los precios alcanzarán este año un 14%-15% de aumento, cuando el Gobierno se comprometió en el ANE a que no pasarían del 12%; hemos vivido una amenaza gravísima el 23-F y no se han tomado medidas enérgicas contra el golpismo; han estallado escándalos como el de la colza y nos enteramos con estupor que ha desaparecido uno de los principales encausados; la tensión internacional crece; no tenemos resueltos temas tan decisivos como el de la devolución de Gibraltar y nuestra entrada en la CEE y la única iniciativa del Gobierno en el campo internacional es meternos precipitadamente en la OTAN; estamos iniciando la andadura del Estado de las autonomías y se pacta entre UCD y el Partido Socialista Obrero Español una LOAPA que está en manos del Tribunal Constitucional, ha irritado a fuerzas necesarias para consolidar el sistema y no ha contentado a casi nadie.La opción de derecha

No hacía falta ser muy despabilado para darse cuenta que un Gobierno de UCD en solitario, sometido a todo tipo de presiones externas y tensiones internas, sería incapaz de afrontar con rigor y acierto este cúmulo de cuestiones. Así ha sido. Los problemas se han agravado y el partido centrista se ha ido desintegrando a marchas forzadas, debilitándose la posibilidad de un centro reformista y fortaleciéndose la opción de una derecha reaccionaria e involucionista en torno a la AP de Fraga. ¿Acaso no hemos señalado muchas veces que esto es lo que iba a suceder? Porque la cuestión de fondo es si nos creemos de verdad que los problemas del país son graves o no, si nos creemos realmente que las fuerzas que se oponen en España a cualquier cambio, por pequeño que sea, son poderosas o no. ¿Acaso no nos tiene que hacer reflexionar el reciente documento de la cúpula patronal afirmando que el moderadísimo programa del PSOE pretende establecer en España un sistema como el imperante en los países del Este? Es verdad que una mayoría de la sociedad española quiere cambios, solución a los problemas concretos que tiene en su vida diana, y para lograrlo no es suficiente con identificar el cambio con el que las cosas funcionen -como ha hecho recientemente el secretario general del PSOE-, porque precisamente para que el país funcione es por lo que son necesarios los cambios y las transformaciones, y no pocas. Por eso tenemos derecho a preguntarnos: ¿es sensato pensar que un simple relevo en la mayoría parlamentaria, y, por ende, en el Gobierno, de UCD por el PSOE va a ser capaz de conseguirlo? Creemos sinceramente que no, y el riesgo es evidente. Un fracaso del PSOE -que no puede conseguir en solitario la mayoría social necesaria para el cambio, aun cuando gane las elecciones- significaría un golpe muy duro a las perspectivas democráticas y de progreso en España y un regalo a las pretensiones retrógradas de la AP de Fraga y a las fuerzas que el ex ministro de Franco está nucleando alrededor suyo. No nos engañemos, la necesaria modernización de España vendrá de un acuerdo, que podemos llamar como queramos -pacto de Estado; acuerdo de legislatura; pacto contra el terrorismo, el golpismo y el paro, etcétera-, entre las fuerzas de la izquierda y las de la burguesla centro-reformista, con participación de las organizaciones sociales, o nose dará, y el peligro de nuevas frustraciones y ocasiones perdidas será tremendo. Se trata, por tanto, de relalizar una operación política de envergadura histórica para consolidar de una vez la democracia en España y salir de la crisis, operación que UCD fue incapaz de encabezar a pesar de los buenos propósitos de los pactos de la Moncloa, y en cuya incapacidad radica posiblemente su actual postración.

Marginación de la izquierda

Es conforme a nuestra Constitución que al partido más votado se le encargue la formación del nuevo Gobierno, y si es el PSOE el que queda en cabeza, como es lo más previsible, no seremos los comunistas los que nos entristezcamos, sino todo lo contrario. No radica ahí nuestro contencioso actual con el partido socialista, aunque sea un competidor electoral que pretende reducir nuestro espacio como partido, lo que consideraríamos como altamente negativo para el conjunto del equilibrio democrático. Nuestra crítica va al fondo del problema político que se ventila en estas elecciones, ya que me parece un contrasentido pregonar el cambio -aunque sea en la forma bastante confusa de que el país funcione- y al mismo tiempo adoptar posturas de marginación de una fuerza de la izquierda sin cuyo concurso el cambio es francamente irreal, dado que ello supone introducir elementos de división entre los trabajadores y las fuerzas populares, que deben ser, precisamente, uno de los motores esenciales de dichos cambios. O la pretensión de erigirse en la alternativa única de la transformación que España necesita: puede: ser lícita como registro electoralista, pero enmascara la envergadura real de los problemas que tenemos que resolver. Mejor es hacernos concesiones mutuas la izquierda y el centro en la búsqueda de soluciones al objetivo común de consolidar la democracia y crear empleo que no correr el riesgo de asistir al espectáculo de un partido de izquierda teniendo que hacer concesiones a los poderes fácticos de la derecha conservadora.

Se podrá decir que somos muy pesados al insistir siempre en la política de concentración democrática o frente democrático, etcétera. Es posible, pero creo que son los hechos de la realidad española los que son tozudos de verdad. Ahora, sin ir más lejos, un partido como el CDS, de Suárez, pregona la necesidad de un pacto de Estado, y el propio secretario general del PSOE ha declarado en estos días su opinión favorable a un pacto contra el terrorismo y el golpismo entre las fuerzas comprometidas contra esas dos amenazas. Por algo se empieza. Pero tan grave como el terrorismo y el golpismo es el creciente paro, y sobre este tema, con sus implicaciones económicas y sociales, también es necesario llegar a acuerdos después del 28 de octubre. El contenido, pues, de un acuerdo de legislatura está bastante delimitado, añadiendo algunos temas autonómicos e internacionales; los posibles componentes del mismo, también. Sólo falta saber si existirá la voluntad política de llevarle, a la práctica, recayendo la máxima responsabilidad, como es lógico, en el partido que quede en cabeza en la próxima consulta electoral.

es miembro del Comité Central del PCE y candidato al Congreso por Madrid.

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