Montero resucitó al Sevilla
La salida de Enrique Montero, en sustitución de Juan Carlos, que había quedado lesionado en el minuto 55, galvanizó las energías del Sevilla, que durante toda la primera parte había sido incapaz de crear peligro ante la portería de Delchev, bien guarnecida por una defensa nutrida y robusta. Así, el Sevilla logró recuperarse en un marcador que le fue inicialmente adverso.Montero, recibido con una ovación de gala, dio al equipo blanco una alegría de la que hasta entonces había carecido, e incluso animó a jugar al desvaído Pintinho. Prácticamente, todos los balones que crearon peligro ante la portería búlgara en el segundo tiempo habían pasado previamente por los pies del cerebro sevillista, que aprovechó con habilidad un semifallo del guardameta búlgaro para adelantar a su equipo en el marcador y dio el pase para que Magdaleno redondease el resultado.
El once sevillista fue un equipo totalmente diferente en uno y otro tiempo. Durante la primera parte, estuvo falto de ideas, desordenado en el centro del campo y dedicados sus hombres a lanzar balones sobre el área del Levski, sin oportunidades claras para delanteros tan luchadores como de técnica mediocre. Por el contrario, los búlgaros contraatacaban con peligro, aunque se encontraron con el valladar formado por Alvarez y, en última instancia, Buyo, que estuvieron entre los destacados. No obstante, el líbero blanco cometió una falta infantil al borde del área, que dio origen al gol búlgaro.
En el segundo tiempo, y una vez igualado el marcador con la discreta ayuda del árbitro (el penalti es de los que se pitan únicamente a favor del equipo de casa), el Sevilla, conducido por Montero, se tranquilizó y lanzó constantes ataques contra el marco adversario, creándose varias ocasiones de gol, aparte de los dos conseguidos. Tras el tercer gol, volvió a decaer el equipo local.
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