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Fragmentación en Cataluña del espacio político de centro no nacionalista

El hecho de que el 80%. de los centristas catalanes vaya a pasarse al partido de Adolfo Suárez (Centro Democrático y Social) es más espectacular que efectivo. Internamente supone un fuerte conflicto en la familia suarista catalana, al quedar enfrentados Antón Cañellas, que seguirá siendo presidente de CC-UCD, con la casi totalidad de sus hasta ahora colaboradores y compañeros de dirección, que se fugan. Externamente significa la fragmentación casi absurda del espacio catalán de centro no nacionalista, ya de por sí de reducidas y regresivas dimensiones. En el mapa electoral autonómico, la crisis de UCD va a incidir bien poco, dado el escaso peso específico que el centrismo ucedista tiene en estos momentos en Cataluña.CC-UCD ha ido retrocediendo convocatoria electoral tras convocatoria electoral, hasta situarse en el cuarto lugar en las votaciones autonómicas de marzo de 1980, prácticamente empatado con Esquerra Republicana. Del conjunto de los casi 4.500.000 votos que se emitieron en aquellas elecciones, que Pujol ganó, los centristas obtuvieron el 11%, porcentaje que no es probable que se mantuviera si mañana hubiera que acudir a las urnas, con o sin crisis ucedista. El fenómeno de la regresión queda patente si se recuerda que, en 1979, Centristes fue el segundo partido catalán, con un 19,5%.

Los resultados de las encuestas de que disponía Calvo Sotelo arrojaban la certeza de que ni mucho menos los escasos 284.729 electores catalanes que votaron a Cañellas en las elecciones al Parlamento de Cataluña le reiterarían ahora la confianza. Según estos sondeos, CC-UCD sólo lograría seis de los once diputados con que cuenta actualmente. El presidente del Gobierno quiso apartar a Cañellas y a su aparato (los que han decidido irse con Suárez) de la responsabilidad electoral. No lo consiguió y se puso definitivainente en contra al grueso del partido catalán que, a modo de defensa, hizo causa de principio de su grado de autonom ía respecto a Madrid.

El liderazgo de Suárez en CC-UCD ha sido más producto de la necesidad de supervivencia política que tienen los dirigentes centristas catalanes que de una identificación ideológica. Cañellas, por ejemplo, es un democristiano homologado que a punto estuvo de ingresar en Convergència Democrática. Los suaristas catalanes siempre han creído más en el ex presidente que éste en ellos. Todos los amigos de Cañellas no pudieron convencer a Suárez de que le dejara como líder del futuro CDS catalán. En esto, Calvo Sotelo y Suárez piensan igual.

El ex presidente del Gobierno sabe que los hombres que se lleva de Centristes (Pujadas, Mesa Parra, Sárraga, Coderch, Roselló, Valón, Barnola y Besa, por citar a los que más suenan) arrastran muy pocos votos. Ha vaciado Centristes y al situarlos en el CDS ha introducido al mismo tiempo sus índices electorales negativos. Suárez buscará un líder catalán totalmente nuevo y se volcará en Cataluña durante la campaña electoral, para luchar contra esa patente precariedad de votos.

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