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Gente

Damiao Galdino,

el chófer brasileño que viajó a Roma para conseguir que el Papa aceptara el borrico que había ofrecido al Pontífice durante el viaje de éste a Brasil, declaró ayer que "me voy amargado, pero no derrotado". Su borrico no vendrá a Roma. Definitivamente, el Vaticano no lo ha aceptado y la empresa alemana que estaba dispuesta a pagar el viaje al asno declaró que lo haría sólo si lo aceptaba Juan Pablo II. De este modo, ni siquiera la ciudad de Alba ha podido adoptar al pobre animal. El chófer brasileño interrumpió en la noche del jueves la huelga de hambre comenzada hace cinco días. ¿Quién lo convenció? Del Vaticano no hubo nunca ninguna nota ni visita oficial. Sólo a través de un intermediario, el nuevo secretario partícular del Papa, el africano monseñor Kabomgo Emeryk, que había conocido a Galdino de Silva en la Nunciatura de Brasilia, le hizo saber que el Papa habría aceptado un diálogo sólo si interrumpía la huelga de hambre y dejaba de hablar con la Prensa. Y le explicaba que el regalo hecho al Papa había perdido su finalidad porque su asno Jericar se había convertido en un objeto de trivial publicidad.

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