Dolorosa recuperación del niño herido por una bomba en Rentería
El niño de diez años, Alberto Muñagorri, que estuvo al borde de la muerte tras ser alcanzado por la explosión de una bomba en Rentería, abandonó ayer la unidad de cuidados intensivos, de la Cruz Roja de San Sebastián. El lendakari Garaikoetxea le visitó por la tarde en la clínica.
El pequeño recuperará, casi con seguridad, parte de la visión de un ojo, así como sus funciones hormonales. Los médicos y la familia se encuentran ahora optimistas, alejado en parte el riesgo de infección generalizada.
El niño se queja, sobre todo cuando los médicos inspeccionan sus heridas, pero tiene muy buen apetito y ganas de dormir. Hoy escuchará la final del campeonato del mundo de fútbol, a través de un receptor de radio en forma de coche de modelo antiguo que le han regalado los médicos de la clínica. Por las mañanas, al despertarse, y cuando siente dolores agudos, pide a su madre que le coloque los guantes de Arconada, y así, con las manos cruzadas, encima del pecho, parece como si resistiera mejor los dolores.
Sara Berdasco, su madre, le ha dicho que le falta un pie, palabras a las que Alberto no ha contestado hasta mucho después, una vez que los médicos urgaran y limpiaran sus heridas y cuando atravesaba un momento de depresión. El niño, que está haciendo gala de una entereza extraordinaria en opinión de los médicos que le atienden, se ha derrumbado ante su madre diciendo: "No volveré a ser el que era antes".
Continúa sin poder recordar los acontecimientos previos a la explosión, suceso al que se refiere de común acuerdo con sus padres con el término "accidente". Las voces que no identifica como pertenecientes a sus familiares más directos no le producen ninguna curiosidad y cuando las escucha opta por dormirse, al amparo de la penumbraen la que está envuelta su nueva habitación.
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