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El presidente de Mitsubishi considera que no hay nada ilegal en el caso de los 'espías de ordenadores'

El presidente de Mitsubishi Electric Co., Nihachiro Katayama, declaró ayer ante los accionistas de la empresa que no creía que se hubiera hecho nada ilegal, al referirse a la detención, por parte del FBI, el pasado 22 de junio, de seis ingenieros de Hitachi y uno de Mitsubishi por intentar pasar a Japón información secreta relativa a los computadores de la firma norteamericana IBM, informa Efe.Por su parte, el pasado lunes, el presidente de Hitachi, Katsushige Mita, declaró ante la junta general de accionistas de la compañía que "lamentaba profundamente haber causado una situación que podría levantar sospechas sobre su comportamiento".

Ambas empresas han suspendido sus anuncios en los periódicos y revistas. Un portavoz de Hitachi declaró que, "sea verdad el asunto o no, la imagen de la compañía ha sufrido, y esto no es bueno". "Hacer ahora publicidad", añadió, "no sirve para nada".

Mientras en los Estados Unidos se incian las deliberaciones del Gran Jurado sobre el caso de espionaje por parte de los ingenieros japoneses, en Japón se supo ayer que el Buró Federal de Investigación (FBI) decidió detenerles para evitar que sospecharan y desaparecieran, pues IBM se resistió a proporcionar más información para entregársela.

En una entrevista exclusiva que publicó ayer el periódico Asahi Shimbun, el agente especial del FBI que dirigió la operación, John Giaquinto, declara que los japoneses estaban sorprendidos porque la información que les entregaba la firma encubierta Grenmar Associates sobre los últimos avances técnicos de IBM era auténtica.

Giaquinto señala que la operación fue autorizada por el Departamento de Justicia norteamericano, y que en un momento los ingenieros de la empresa japonesa Hitachi, animados al comprobar que los datos obtenidos eran auténticos, pidieron más información.

"Fue entonces", dice el agente del FBI, "cuando se practicaron las detenciones, puesto que los japoneses podrían haber sospechado y largarse".

Las empresas, en Tokio, negaron al principio estar directamente implicadas en el asunto, pero posteriormente reconocieron haber pagado por información sobre IBM, señalando que no sabían que tal información era robada.

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