Estoy indignado al leer la tribuna libre

titulada "El genocidio constante", aparecida en el edición de EL PAIS correspondiente al día 14 de los corrientes, firmada por todo un señor catedrático y además vicerrector de una de las más prestigiosas universidades españolas. En dicho artículo se vierten una serie de calificativos ofensivos para un pueblo, el judío, víctima durante toda su historia de persecuciones y del mayor genocidio que se recuerde -seis millones de judíos asesinados por el mero hecho de serlo en la Alemania de Hitler-; vaya por delante que no pretendo al escribir esto reabrir viejas heridas ni reavivar rencor alguno.Lo que sí resulta del todo punto intolerable es la acusación a Israel de racista en todos los planos: físico, cultural, ideológico y religioso, cuando el pueblo judío ha sido el más menospreciado, vilipendiado y perseguido durante toda la historia de la humanidad.

Con lo antedicho no pretendo justificar la invasión por Israel de Líbano, en tanto que las guerras son siempre injustificables; ahora bien, que se insulte a todo un pueblo del modo que lo hace el señor Mesa es absolutamente inadmisible, refleja un desconocimiento pleno de la historia del pueblo judío -cuando no odio hacia dicho pueblo- y asimismo un profundo desprecio a las más elementales reglas de la ética que deben presidir todo tipo de usos y relaciones intemacionales que el señor Mesa, precisamente lego en la materia, o por lo menos lo debería ser, muestra desconocer en su totilidad./