"Todavía hay un espacio electoral para el Partido Comunista de España"
Se le ha definido como la esperanza blanca" del Partido Comunista de España. Nicolás Sartorius representa, de alguna manera, una nueva forma de entender el comunismo. Acaso contra su voluntad, significa una alternativa para el futuro. Pocos días después de haber presentado su dimisión como vicesecretario general del PCE, sintiéndose sin diferencias personales con nadie y planteándose la búsqueda de trabajo como periodista y como abogado, abandonando "la política al cien por cien" pero sin dejar de ser político, Sartorius ha concedido estas declaraciones "con visión de futuro" al diario EL PAÍS, en las que indica que el Partido Comunista de España todavía tiene un espacio electoral.
Pregunta. ¿Hacia dónde va ahora el PCE?
Respuesta. El PCE no es algo diferente a la respuesta que se dé al problema de a dónde va España, a dónde va la democracia española y, por tanto, también a dónde va Europa y las fuerzas de izquierda en toda Europa. El PCE tiene un futuro si desarrolla y profundiza en todos los aspectos el proyecto que hemos llamado eurocomunista. No hay un futuro para un partido comunista dogmático, sectario, viejo; eso sería una fuerza marginal, pequeña.
P. Puede haber un factor que no se ha citado. Y es lo que se ha llamado la influencia creciente del prosovietismo en el PCE. ¿Hasta qué punto el PCE va a ser capaz de penetrar en la sociedad española si algunos de sus más destacados militantes obreros se están separando de ese modelo eurocomunista?
R. Ese, efectivamente, es un elemento que está ahí. Una de las tareas que se están haciendo cara al futuro es la transformación de lo que podríamos llamar la cultura tradicional de los comunistas. En esta transformación llevamos n retraso. Para mí el peligro, aunque existe, no es tanto el prosovietismo como los retrasos en la superación de la cultura tradicional comunista, que es el caldo de cultivo para lo otro. Esa cultura tradicional comunista no se supera sólo con discursos, sino con la pedagogía de la práctica. El que en determinados cuadros del partido haya simpatías hacia la URSS es algo que ha existido siempre, y que también existe en otros partidos eurocomunistas, como puede ser el italiano. Pero esas simpatías no tienen necesariamente que traducirse en confrontación con el viejo partido cuando hay una práctica satisfactoria. En esa práctica existe un cierto retraso. Cara al futuro, la recomposición del partido depende fundamentalísimamente no sólo de la situación política, sino también de que seamos capaces de hacer esa política de penetración y conexión con la sociedad. Yo soy optimista, a pesar de que la situación no es la más brillante.
P. ¿Qué significa eurocomunista en estos momentos? ¿No va el PCE hacia algo distinto del primitivo concepto de eurocomunismo?
R. No estoy de acuerdo en que el PCE, en sus formulaciones y en su estrategia, no sea eurocomunista. En lo que hay críticas y dudas es sobre si eso se corresponde luego con el funcionamiento interno, con lo que es la realidad del partido.
"La mayoría de Comisiones Obreras es profundamente eurocomunista"
P. A propósito de eso: ¿no es cierto que una mayoría de los dirigentes obreros del partido, están rechazando el eurocomunismo?
R. Yo creo que no. La inmensa mayoría de los dirigentes de CC OO, lo más válido de ese colectivo, es profundamente eurocomunista. Su malestar no obedece a que quieran ir por otra línea. Eso será en sectores de los cuadros de CC OO, que efectivamente están anclados en una postura que podríamos llamar tradicional, pero son una minoría.
P. Y los hombres que están más cerca de Carrillo en estos momentos, lo que a veces se llama "vieja guardia", aunque no sea tan vieja, ¿no son una especie de lastre, bien a causa de su pasado, bien porque no comprenden las nuevas formulaciones?
R. En teoría sí se quiere el eurocomunismo. Pero el problema del eurocomunismo es que está en pañales, es algo que está naciendo todavía. Y la reconversión de toda una cultura de muchísimos años no se hace en tan poco tiempo. El eurocomunismo no es sólo una estrategia, ni una forma de hacer política, ni una concepción de cómo se debe ir hacia el socialismo, que todo esto lo es, sino que también supone una reflexión nueva sobre el propio instrumento que tiene que hacer todo esto. Y es ahí donde hay más dificultades.
P. ¿Santiago Carrillo es el hombre para afrontar la nueva etapa que le espera al PC?
R. La realidad es que en todo este proceso yo no he puesto en cuestión a Santiago Carrillo como secretario general. Si es el hombre o no lo es, no es un problema de opinión mía, puesto que, ya digo, no he puesto en cuestión a Carrillo como secretario general y en el Comité Central yo no planteé esa cuestión. Yo lo que he planteado son otras cuestiones: me parece que el PCE, de un tiempo acá, ha perdido militancia, votos, presencia en la sociedad, iniciativa política.... son hechos que están ahí. Y cuando un partido pierde todo eso hay que plantearse muy a fondo por qué. Para mí, el problema es cómo hacemos las cosas para ganar militancia y votos, al margen de cuestiones. de nombres. Desde mi punto de vista, creo que no es buena la permanente interiorización del partido, el permanente mirarse el ombligo. Yo estoy por una renovación, por modernizar el partido, por rejuvenecerlo. Esa es la batalla que hay que continuar.
P. Nicolás Sartorius, por supuesto, sigue en el PCE.
R. Sigo en el Partido Comunista, sigo en el Comité Ejecutivo y voy a seguir trabajando en un tema por encima de todo, que es fundamental, y es el de las elecciones generales, que están a la vuelta de la esquina y van a afectar a la estabilidad de la democracia española. Yo creo que un descenso fuerte del PCE sería profundamente negativo para la democracia española, y la obligación para todos nosotros es que el PCE obtenga los mejores resultados posibles en las próximas elecciones generales. Si en España se diera una polarización entre el socialismo y una opción conservadora encabezada por Fraga u otros así, habría tres resultados muy negativos. El primero es que no creo que esa fuerza socialista llegase a ser homogénea y estable, sería más bien un bloque con tendencias e inestable. Por otra parte, la fuerza conservadora no sería un partido de la, burguesía reformista, sino un partido duro, más parecido a lo que pudo ser la CEDA que a un partido de la derecha moderna reformista. Existiría, además, el riesgo de que un partido comunista reducido a pequeñas dimensiones dejase de ser eurocomunista para caer en posiciones sectarias, dogmáticas y, por tanto, el mapa político de España sería enormemente peligroso para la estabilidad de la democracia.
P. Sin embargo, la mayor parte de los dirigentes del PCE parecen convencidos, y así lo han proclamado algunos, de que las posibilidades electorales del partido comunista son ahora mucho menores que las de 1979.
R. Evidentemente, las cosas no se presentan fáciles y nadie quiere ocultarlo. Todo el mundo hoy en el PCE está convencido de que las cosas van a ser muy difíciles para nosotros, y hasta es probable que bajemos. Pero, a pesar de eso, hay que hacer un gran esfuerzo para que el resultado no sea que el partido se cierre, sino que se abra.
P. ¿Es entonces cuando Nicolás Sartorius se convierte en una alternativa de poder cara al XI Congreso del PCE?
R. No. Ya he dicho, y lo he repetido claramente, que yo no soy alternativa de nada. Lo importante no es ser uno alternativa de algo, sino las ideas. Pase lo que pase en las próximas elecciones, este partido tiene que modernizarse, cambiar en toda una serie de aspectos.
P. La llamada "euroizquierda", ¿no es un intento de superar los planteamientos puramente comunistas o puramente socialistas, un intento de superar esta dualidad?
R. Nosotros hemos dicho, desde hace mucho tiempo, que la ruptura del movimiento obrero entre socialistas y comunistas es un proceso en el que tenemos que seguir avanzando, en el que los socialistas europeos tienen que ir eliminando los aspectos socialdemócratas, y en ese sentido está dándose un avance en muchos partidos socialistas (el sueco, el inglés, el nuevo PS francés). Hay una evolución en el socialismo europeo, con altibajos, pero en una línea positiva. Y en el campo comunista, también hay una evolución, a veces traumática, hacia la superación de los elementos del comunismo tradicional.
P. ¿No influye algo, o mucho, Moscú en ese proceso traumático?
R. Pues claro que influye. Lo mismo que influyen los Estados Unidos, cada uno tratando, desde su lado, de que no se dé el proceso. La evolución de los partidos socialistas hacia una política más independiente del atlantismo tampoco le gusta a los Estados Unidos. Lo mismo que la URSS hace todos los esfuerzos para que los partidos comunistas en Europa sean lo más tradicionales posible.
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